Museo del Louvre. 230 aniversario.

Publicado el 08 noviembre 2023 por Mj Sol

Los magníficos edificios que albergan una de las colecciones más fabulosas del planeta fueron, en origen, una sencilla fortaleza. Su construcción comenzó por orden del rey Felipe Augusto en el año 1190. Luego se transformó en castillo y más tarde se reconstruyó como palacio renacentista por orden de Francisco I, el mismo que invitó a Leonardo da Vinci a residir en Francia y adquirió LaGioconda tras la muerte del artista.

El Palacio del Louvre siguió sufriendo remodelaciones a lo largo del tiempo. Durante la Revolución Francesa se incautaron muchos bienes, incluida la Colección Real de Arte, y la Asamblea Nacional decidió que todas estas obras debían ser expuestas al público.

Entrada al museo del Louvre desde la Pirámide de cristal
con la fachada del ala Richelieu al fondo.
Imagen: archivo personal.

El 10 de agosto de 1793 se abrió el Muséum Central des Arts de la République que solo ocupaba el Salón carré y parte de la inacabada Gran Galería. La colección se componía de 537 cuadros y unas pocas esculturas que solo visitaron artistas y algunos aficionados al arte. Algunas fuentes indican que se inauguró oficialmente el 8 de noviembre del mismo año.

En las siguientes décadas sus fondos aumentaron enormemente. A las obras provenientes de la Colección Real, la desamortización, las donaciones, las adquisiciones, los intercambios y las campañas arqueológicas, se unieron los objetos de arte confiscados en las guerras napoleónicas. Bonaparte deseaba tener el mayor museo del continente y ordenó traer piezas de arte de los países invadidos. Así se hizo, pero sus tropas ocasionaron también grandes destrozos al patrimonio de las zonas ocupadas. Ya hablamos aquí de lo ocurrido en Italia y España.

Las Bodas de Caná fue una de las obras que las tropas francesas se llevaron de Venecia
 y no se devolvieron. Como compensación se entregó a Italia un lienzo de Le Brun.
Imagen: foto del cuadro en el museo. Archivo personal.

Esfinge en el Louvre.
Imagen: archivo personal

Desde 1803 hasta 1814 el Louvre pasó a llamarse Musée Napoleón. Tras la caída de Bonaparte más de 5000 obras de arte retornaron a los países expoliados, pero otras no fueron devueltas nunca. Carlos X ordenó que se creara el departamento de Antigüedades Egipcias y Champollion se encargó de ello. Con Napoleón III los fondos crecieron muchísimo y fue imprescindible ampliar el museo.

El siglo XX también estuvo lleno de cambios. En 1911 se hicieron patentes los graves fallos de seguridad cuando se produjo el robo de la Gioconda o Mona Lisa, como también se la conoce. Fue un auténtico escándalo que acabó convirtiéndola en la pintura más famosa del mundo, la obra más emblemática del Louvre y la que ansían ver todos los turistas.

La Gioconda es la obra más visitada del museo.
Imagen: archivo personal.

Como hicieran las tropas napoleónicas en su época, el ejército alemán también saqueó y expolió las colecciones de los países que caían bajo su dominio durante la II Guerra Mundial. Antes de que ocuparan París, Jacques Jaujard trasladó las obras hasta conseguir ponerlas a salvo. Cuando las tropas alemanas entraron en el Louvre se lo encontraron vacío y decidieron utilizarlo como almacén para guardar las piezas artísticas que iban incautando. Jaujard realizó un registro de todos aquellos objetos. También fue idea suya lanzar un mensaje de radio a los aliados con las frase «La Joconde a le sourire» (La Gioconda está sonriendo) que llevaba codificadas las coordenadas donde escondían las obras, consiguiendo salvarlas de los bombardeos. Terminada la guerra, la colección del Louvre volvió a París. Y, aunque se intentó devolver a sus dueños las obras confiscadas por los nazis, se consiguió en muy pocos casos.

Pirámide invertida.
Imagen: archivo personal.

A finales del siglo XX se puso en práctica el controvertido proyecto «Gran Louvre». Los ministerios que continuaban en el palacio se trasladaron a otros edificios consiguiendo ampliar, de este modo, el espacio museístico.

La reorganización de las colecciones puso un límite cronológico a las obras expuestas y todas aquellas posteriores a la revolución de 1848 pasaron a exhibirse en el nuevo Museo de Orsay que abrió sus puertas en 1986. Esto hizo que los impresionistas se «mudaran» a la antigua estación de ferrocarril de París-Orleans.

El arquitecto Ieoh Ming Pei construyó la famosa Pirámide de vidrio y metal del Louvre. A pesar de la oposición de muchas personalidades, fue inaugurada en 1989 en la cour Napoleón. Hoy en día no solo es una de las entradas más importantes del museo si no que se ha convertido en todo un símbolo. Lo que mucha gente ignora es que, en realidad, son 5 pirámides: la central y más vistosa, las tres pequeñas que la rodean y la invertida que se encuentra en el subterráneo del Carrusel del Louvre.

Vista de la Pirámide central desde una de las pequeñas.
Imagen: archivo personal.

Y si el continente es magnífico, el contenido es aún más impresionante. Casi 10.000 años de historia se dan cita entre sus paredes. Pinturas, esculturas, relieves, frisos, cerámicas y un sinfín de objetos preciosos. Hay antigüedades mesopotámicas impresionantes, una gran colección egipcia que llena 20 salas, antigüedades griegas, etruscas, romanas, objetos de la América precolombina, de África, Asia sudoriental y Oceanía.

El Louvre es también una importante pinacoteca. Se calcula que se exhiben unos 7.500 cuadros que representan a las diferentes escuelas europeas desde el siglo XIII hasta mediados del XIX. De todas estas obras el 66% pertenecen a pintores franceses. También nos encontramos con obras de maestros como Van Eyck, Brueghel, Rubens, Van Dyck, Remblandt, Vermeer, Fra Angelico, Botticelli, Rafael, Tiziano, Canaletto, Murillo, Goya, Ribera, El Greco, Zurbarán, Turner o Constable.

Entre las pinturas más famosas están la ya mencionada Gioconda de Leonardo da Vinci (1506), La Virgen de las rocas de Leonardo da Vinci (1486), La bella jardinera de Rafael (1508), Las Bodas de Caná de Veronés (1563), La muerte de la Virgen de Caravaggio (1606), La coronación de Napoleón de Jacques Louis David (1808), La balsa de la Medusa de Géricault (1824) y La Libertad guiando al pueblo de Delacroix (1830).

La libertad guiando al pueblo.
Imagen: archivo personal.

Venus de
Milo.

Entre las esculturas, relieves, frisos y estelas más importantes que alberga el museo del Louvre están: el Código de Hammurabi (1750 a. C.) estela de basalto escrita en cuneiforme que recoge las leyes babilónicas; los Toros androcéfalos alados del palacio de Sargón II, rey asirio (713 a. C.); el Friso de los arqueros (510 a. C.) del rey persa Darío I de Susa; el Escriba sentado (2500 a. C.); La Gran Esfinge de Tanis (2600 a. C), La Escultura de Amenofis IV o Akenatón (1350 a. C) entregado por el gobierno egipcio en agradecimiento a Francia por la salvaguardia de los monumentos de Nubia; La Dama de Auxerre (Creta, 640 a. C); Placa de las Ergastinas (parte del friso del Partenón, 445 a. C); Frisos del templo de Artemis (560 a. C.); Venus de Milo (100 a. C); Victoria de Samotracia (190 a. C); Esclavo moribundo y esclavo rebelde de Miguel Ángel (1515) y Psique revivida por el beso de Cupido de Antonio Canova (1793).

Toro alado del palacio de Sargón II.
Imagen: archivo personal.

Pero en el Louvre también pueden verse los restos de la fortaleza medieval que le dio origen y contemplar las salas palaciegas donde estuvieron los monarcas franceses y los ministerios y pasear por los jardines de las Tullerías.

Restos de la fortaleza medieval.
Imagen: archivo personal.

El museo del Louvre fue el primero en cerrar sus puertas por iniciativa de sus trabajadores en el año 2020. Poco después lo hacía oficialmente, al igual que la mayoría de los museos del mundo, tras la declaración de la pandemia de COVID-19 por la OMS. Ese 2020 el museo del Louvre permaneció cerrado 150 días.

En la actualidad, el museo exhibe unas 35.000 obras y sus fondos alcanzan las 616.000 piezas de arte. Este año 2023 celebra su 230 cumpleaños como el museo más visitado del mundo.

Victoria de Samotracia.

Dos guiños para los españoles:

El primero es que quizá lo último que esperamos encontrarnos en el museo del Louvre es «una menina». Al entrar en las salas de arte español nos sorprende ver el retrato de Mariana de Austria y, especialmente, el de la infanta Margarita a la que reconocemos por el célebre cuadro Las Meninas (1656, Velázquez. Museo del Prado). Durante mucho tiempo el Louvre presumió de tener obras de Velázquez, explicando que habían sido un encargo de la reina de Francia, Ana de Austria, a su hermano el rey de España. Pero los expertos en arte afirman que habían salido del taller de Velázquez, pero no estaban pintadas por él.

Pintura española en el museo del Louvre.
Imagen: archivo personal.

El segundo es que nuestra Dama de Elche (comprada por un hispanista francés) «vivió» 44 años en el Louvre hasta que conseguimos que nos la devolvieran junto a otras obras y miles de manuscritos que se habían llevado las tropas napoleónicas.

Nota personal: el museo del Louvre es un lugar maravilloso que concentra mucho arte y mucha historia. Si no lo habéis visitado, y tenéis la oportunidad de hacerlo, no lo dudéis. El Louvre es como para quedarse a vivir allí… siempre y cuando no sean ciertos los rumores de que lo habitan varios fantasmas.

Vista del museo del Louvre con la Pirámide.
Imagen: archivo personal.

Nota: todas las fotos son del exterior y el interior del Louvre realizadas durante las visitas.