El 19 de noviembre de 1819 se inauguró en el paseo Salón del Prado de Madrid el Real Museo de Pintura y Escultura. Solo tenía tres salas donde se exponían 311 cuadros de ilustres pintores españoles (de los 1.510 que tenía guardados procedentes de los Reales Sitios). En 1868 pasó a llamarse Museo Nacional de Pintura y Escultura y en 1920 se quedaría con su nombre definitivo: Museo Nacional del Prado.
Celebramos este año el 150 aniversario del paso de Real Museo a Museo Nacional, el 80 aniversario de que las obras evacuadas durante la Guerra Civil regresaron a casa y la institución comienza, este 19 de noviembre de 2018, con su programa de conmemoración del Bicentenario de la apertura del Museo del Prado.
Puerta de Velázquez. Museo del Prado.
Fue una mujer, Isabel de Braganza, la artífice de esta idea, convenciendo a su marido, el rey Fernando VII, de la necesidad de reunir la colección real en un museo. Pero había que buscar un edificio para ello.
En 1786 Carlos III había concebido un ambicioso proyecto denominado Colina de las Ciencias, y encargó al arquitecto Juan de Villanueva el edificio destinado a ubicar el Gabinete de Historia Natural. A principios del siglo XIX, cuando aún no estaba terminado, las tropas napoleónicas lo ocuparon, saquearon y desmantelaron fundiendo sus cubiertas de plomo para hacer balas y dejándolo en estado de ruina. Pero, gracias a los trabajos de reconstrucción, se convirtió en el lugar que hoy alberga uno de los mejores museos del mundo.
Los monarcas españoles siempre fueron aficionados al arte, bien por deleite personal, devocional o como símbolo de cultura, prestigio y poder. Pero las obras que iban atesorando se dispersaban al repartirse entre sus herederos.
Entrada al Real Museo por el Lado de
San Jerónimo de Fernando Brambila
Vista de la rotonda del
Real Museo (1833)
Al principio el museo solo abría los miércoles por la mañana y únicamente se permitía la entrada a personalidades y a quienes presentaban autorización o recomendación. Uno de sus primeros visitantes fue Goya. Algún tiempo después amplió su horario a tres días a la semana, siempre y cuando no lloviera. El suelo no estaba pavimentado en todas las salas, se regaba con agua la tierra de las estancias donde se exhibían las esculturas y se apilaba la leña para las estufas en cualquier lugar.
En 1872 el Museo de la Trinidad se fusionó con el Museo Nacional de Pintura y Escultura y sus más de 1.000 obras engrosaron la colección de este último, popularmente conocido ya como Museo del Prado, pero que no obtuvo esta denominación de manera oficial hasta 1920.
Sala de la reina Isabel II. Museo del Prado (1899).
El 25 de noviembre de 1891 cundió la alarma entre los madrileños que acudieron en tropel hasta las puertas del museo temiéndose lo peor. Habían leído en el periódico El Liberal el artículo La catástrofe de anoche: España está de luto. Incendio en el Museo de Pinturas de Mariano Cavia. Por fortuna, la noticia era falsa y solo pretendía denunciar las pésimas condiciones de seguridad y la falta de recursos de los que adolecía el museo. La artimaña dio resultado consiguiendo mejoras y que las partes de madera del edificio fueran reemplazadas. Pero la vigilancia siguió siendo insuficiente porque en 1897 sustrajeron el boceto de Murillo, Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, y en 1918 un empleado robó el Tesoro del Delfín. Pudieron recuperarse la mayoría de las piezas, pero estaban gravemente dañadas y sin sus guarniciones de piedras preciosas.A lo largo de los siglos XIX y XX el museo fue ganando prestigio internacional. En 1898 se inauguró el Museo de Arte Moderno donde se trasladaron las obras de los artistas vivos y el Museo del Prado quedó especializado en el arte antiguo. Entonces se convirtió en referencia para los artistas de la época que acudían allí de copistas para aprender de los maestros antiguos. En 1865 Manet quedó maravillado con Velázquez y lo calificó como el pintor más grande que había existido nunca, “el pintor de los pintores” como escribía en sus cartas; Sorolla se paseaba por sus salas admirando a los grandes; conservamos la hoja de registro de Picasso como copista, quedando tan maravillado con Las Meninas, que en 1957 le dedicó una serie completa basada en su recuerdo. Fueron muchos los artistas en cuya obra quedó plasmada la influencia de todo lo que habían admirado en el Museo del Prado. Esto no solo puede apreciarse en pinturas, dibujos y esculturas, también en poemas, obras literarias, ensayos, estudios, monografías, guías, fotografías y filmografía. Para Rafael Alberti el Museo del Prado era el cielo y su segunda casa. Primero lo visitó como pintor y luego como poeta, llegando a imaginarse a los personajes de los cuadros cobrando vida por la noche, cuando el museo cerraba sus puertas. En 1956 escribió la obra Una noche de Guerra en el Museo del Pradodonde los personajes de los cuadros construían barricadas para defenderse durante la guerra. Miguel de Unamuno, Manuel Machado, León Felipe, Vicente Alexandre fueron algunos de los artistas que dedicaron poemas a los cuadros del museo. Buero Vallejo estreno en 1960 la obra de teatro Las Meninas, y Ernesto Caballero hizo lo propio con La autora de las Meninas en 2017.
"Las Meninas" de Velázquez. Museo del Prado.
A principios de la década de 1930 se promulgó la primera Ley de Patrimonio y el Museo del Prado empleó nuevas iniciativas para dar a conocer sus obras. Así se creó el Museo Circulante que envió copias de las obras maestras de la colección a numerosos lugares de España para que fueran conocidas y admiradas por toda clase de público.
Durante la Guerra Civil el Museo del Prado tuvo que cerrar sus puertas. En el otoño de 1936, casi 2.000 obras fueron evacuadas, 361 pertenecían al Museo del Prado. Algunos consideraron este hecho como una maniobra política, pero lo cierto es que Madrid estaba siendo bombardeada y, además de las víctimas, había que lamentar los daños en numerosos edificios de la ciudad que también afectaron al Museo del Prado, al Museo de Arte Moderno y a la Academia de San Fernando.
Los cuadros fueron embalados con sus respectivos informes y transportados en camiones que se retiraron del frente expresamente para este fin. El mismo Alberti participó en el traslado, mientras Picasso quedaba como director solo nominal del museo, ya que nunca llegó a ejercer como tal. Se escogieron las mejores pinturas, pero no se incluyeron aquellas que su deficiente estado de conservación hacía desaconsejable su traslado. Fue un duro viaje, en el que a veces, cuando no cabían por los puentes, había que llevarlas a pulso. Su destino era Valencia, donde fueron cuidadosamente almacenadas en las Torres Serrano y en la iglesia del Patriarca. Cuando la ciudad fue sitiada, las obras siguieron su camino hasta Cataluña donde quedaron escondidas a más de 200 metros de profundidad en las minas de talco del Alto Ampurdán.Torres Serrano. Valencia.
Preocupado por las pinturas, el presidente de la República, Manuel Azaña, llegó a decir: “El Museo del Prado es más importante para España que la República y la Monarquía juntas”.
La situación hizo que la Junta de Defensa del Tesoro Artístico Nacional pidiera ayuda a la Sociedad de Naciones para sacar las obras de España. Mientras se firmaba el acuerdo de transporte hasta Ginebra y restitución de las obras tras la guerra, los bombardeos se sucedían a pocos kilómetros de la mina. Pese a todas estas vicisitudes, las obras llegaron con bien a Ginebra donde se había creado un Comité Internacional para el Salvamento del Tesoro Español. Allí permanecieron custodiadas hasta que el nuevo gobierno las reclamó poco después de finalizar la contienda. Antes de la devolución, la ciudad organizó una extraordinaria exposición de gran éxito internacional con los fondos evacuados del Museo del Prado.En los albores del otoño de 1939, recién comenzada la Segunda Guerra Mundial, un tren salió de Ginebra y atravesó Francia con las luces apagadas para no ser interceptado por los alemanes hasta depositar su valiosísimo cargamento en España: el Museo del Prado recuperaba su patrimonio después de tres largos años.La colección fue aumentando en las siguientes décadas, especialmente en 1971 cuando se incorporaron las obras del Museo de Arte Moderno (excepto las del siglo XX que tiempo después fueron la base para el Museo Reina Sofía inaugurado en 1992).
Puerta de Goya. Museo del Prado.
Actualmente el Museo del Prado cuenta con más de 35.000 obras. Es una de las mejores pinacotecas del mundo y la más importante de pintura española. Españolas son 4.900 obras que abarcan desde el románico hasta principios del siglo XX, teniendo especial relevancia el barroco, con la mayor colección existente de pinturas de Velázquez.
La pintura italiana está ampliamente representada con más de mil obras, en su mayoría barrocas, de los más importantes pintores. Le sigue en número y calidad la pintura flamenca, con la mayor colección mundial de El Bosco (las reunió Felipe II gran admirador de este pintor). El Prado atesora también la más importante colección de Rubens (al que Felipe IV encargó numerosos cuadros para decorar sus palacios y compró otros muchos). Además de la mayor y mejor colección de Velázquez, Rubens y El Bosco que hay en el mundo, ningún museo reúne una representación tan grande y de tanta calidad de estos pintores: Goya, Murillo, El Greco, Tiziano, Ribera, Zurbarán, Luca Giordano, Jan Brueghel “de Velours”, Patinir, Maíno, David Teniers “el joven”, Eduardo Rosales y Antonio Moro.
Respecto a las más de 1.000 esculturas lo más destacable son las obras romanas, renacentistas, manieristas y las del siglo XIX. Además atesora miles dedibujos, copias, documentos históricos y arte decorativo.Desde el momento en que el museo se abrió al público dedicó más espacio a sus almacenes que a la zona de exposición y, con el paso del tiempo, al aumentar su colección, ya no pudo almacenar más obras de arte con lo cual se decidió ceder miles, como préstamo temporal, a museos provinciales, instituciones, delegaciones y consulados. Las obras de ampliación se han ido sucediendo a lo largo del tiempo para aumentar el espacio expositivo dentro del propio edificio de Villanueva, pero desde la década de 1980 se planteó que el Museo del Prado debía extenderse hacia otros edificios como el Casón del Buen Retiro, el Claustro de los Jerónimos y el Salón de Reinos. Las ampliaciones siguen en la actualidad.En el exterior del Museo del Prado se encuentran la estatua de Velázquez (de Aniceto Marinas) con la inscripción: Los artistas españoles, por iniciativa del Círculo de Bellas Artes, 1899; la escultura de Goya (de Mariano Benlliure) y la de Murillo (de Sabino de Medina).En 2018 el Museo del Prado está reconocido como el mejor museo de España, el tercero de Europa y el quinto del mundo.Estatua a Velázquez.