Cualquier momento es bueno para un retoque; semáforo en rojo, rápidamente bajas el espejo y zassss ¡ojo pintado! Guiñas al de al lado y metes primera. ¡Los ascensores! ¡Benditos ascensores! con esos espejos de arriba a abajo, ¡lo bien que se pinta una en ellos! Por la calle, en cuclillas y con un miniespejo sobre las rodillas, ¡perfect line! El caso es llevar la raya bien pintadita.
De hecho de tanta pintármela, luce cual tattoo, porque por más que me desmaquillo, el resto de la humanidad sigue viéndome con ella. Vamos, que están tan acostumbrados, que si no me la pinto, se la imaginan, ¡qué más da! A mí lo que me importa es el resultado final. El caso es llevar la raya bien pintadita, o que se la imaginen.