Naranjas con aceite de oliva virgen extra, azúcar y pan

Por Carmenrosa @MicocinaCR
"El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta" (Pablo Neruda).
Allí, en El Palo, en aquel lugar que antaño quiso ser pueblo y no lo pudo conseguir, en aquella barriada malagueña, marinera, indeleblemente tatuada en la piel de mi recuerdo, es donde sigue viva la añoranza de mi niñez, de mis mayores, de aquellos que se fueron y que perviven en mi memoria.    Es en aquellos años finales de los 50, principios de los 60 cuando transcurre ésa parte de mi vida en lo que todo lo que ocurría a mi alrededor lo guardo como un tesoro, mis vivencias, mis primeros días en la vieja escuela de "la estación", mi familia, mis amigas, mis primeros juegos y las viejas canciones. 
Aunque muchos son los detalles que se borran por la lejanía, por tantos años y días transcurridos; pero aún, de vez en cuando, cierro los ojos y me encuentro en mi antigua casa, con mis padres y mi hermano, en aquella calle de tierra que en invierno era barro y en verano polvo, donde jugábamos a la sombra de los majestuosos eucaliptos y el rumor lejano de la mar.
Me viene a la memoria aquellas lánguidas tardes que salíamos a jugar después del colegio; las madres sentadas en la puerta buscando los tímidos rayos de Sol en los fríos días de invierno o al frescor de las sombras en las calurosas tardes veraniegas.   Bordaban o cosían a la vez que entonaban antiguas canciones al compás de nuestros cánticos infantiles.   
Canciones que hoy resuenan en el recuerdo, lejanas, débiles, como pequeñas voces perdidas por los resquicios del aire.    "El patio de mi casa es particular, que cuando llueve mucho se moja la mitad. Agachaté y vuélvete agachar y no te agaches más....que pase el río, que pase el mar, que pasen los pececitos jugando por allá..." cogidas de la mano, las chiquillas haciendo una gran rueda, dábamos vueltas y más vueltas, agachándonos una y otra vez.  
Venga, vamos a jugar a estando un señor don gato y rápidamente se rompía la rueda, dos filas de niñas mirándonos unas a otras, enfrentadas, sudorosas y sonrientes, con las manos en la cintura, haciendo unos movimientos exagerados de derecha a izquierda, mientras cantábamos a voz en grito: "estando un sr. don gato, sentadito en su tejado mara ma miau, miau, miau...ha recibido una carta que si quiere ser casado mara ma miau, miau, miau...." dos de las niñas en el centro de la fila, saltaban de una punta a otra y cada vez que entonábamos el maullar de los felinos, nos parábamos delante de una compañera sin parar de bailar, dando lugar a un intercambio hasta que lográbamos salir todas al centro de la fila. 
¿ Quien juega a la comba? así se rompía el hechizo de la rueda, cuando alguna aparecía con una gruesa cuerda de esparto con la que jugábamos a "saltar"; la canción ya era otra "Al pasar la barca, nos dijo el barquero: la niña bonita no paga dinero....." o "Soy la reina de los mares y ustedes lo vais a ver, tiro mi pañuelo al agua y lo vuelvo a recoger...."
Canciones que animaban a jugar, a correr, a cantar, a saltar, a unir lazos de amistad agarrándonos fuerte de las manos.....¡Al corro la patata, comeremos ensalada, como comen los señores, naranjitas y limones...a los pies, a los pies, sentadita me quedé....! 
Sí, sentaditas teniamos que estar mientras entre juego y juego llegaba la hora de merendar.    Me llegan los aromas y sabores de ése pan cateto con chocolate duro, intenso que costaba trabajo hasta dar el primer mordisco o ése pan con aceite que mi madre sabía realizar cual obra de arte gastronómica, sacando el miajón y lo rellenaba de aceite de oliva virgen extra espolvoreando generosamente con azúcar, volviendo a tapar el agujero con la miga del pan.   A la par que en la otra mano depositaba una naranja bien pelada, cortada en dos trozos que devoraba a grandes bocados entre trozos de pan con aceite. 
Sí, hoy una vez más, vuelve a mi la añoranza de aquellos años de mi más tierna niñez, vuelvo a entonar las entrañables canciones de juegos infantiles mientras me preparo una merienda en "Mi Cocina"....naranjas con aceite, pan y azúcar.Las naranjas del huerto de unos buenos amigos ubicado en pleno Valle del Guadalhorce, totalmente ecológicas, árboles mimados por la naturaleza, por éste clima malagueño y por las sabios manos de quien las cuida y las recoge con pasión, deliciosas....Y un gran aceite de oliva virgen extra que tuve la suerte de probar en la #FiestaPOP2018 de Marbella All Stars , dulce, agradable, de sabor persistente y equilibrado, que a la vez es amargo y un poco picante....y uno de los mejores AOVEs del mundo "Oleum Hispania"que no sólo me llamó la atención por su gran calidad, sino por imagen, ésa imagen preciosa de un gorrión.  Quienes me conocen saben mi pasión por éstas aves, que no faltan en mi patio, en mi porche y que cada año algún que otro tengo que criar y alimentar.Vuelvo a mi niñez....seguimos jugando y cantando ¿Merendamos pues?
¿CÓMO LO HICE?
INGREDIENTES PARA UNA PERSONA:
Una naranja tipo washington navel (guachintonas las llamamos en Málaga), una rebanada de pan, azúcar moreno y aceite de oliva virgen extra.
LOS PASOS A SEGUIR:
Pelar la naranja de forma que no quede ningún resto de la parte blanca del interior.  Cortarla en rodajas. Tostar la rebanada de pan.
Colocar el pan al lado de la naranja, espolvorear azúcar al gusto y regar generosamente todos los ingredientes con aceite de oliva virgen extra.¡ Sigamos siendo niñ@s por siempre !