Natalie Frank arrebata la inocencia de Caperucita roja y otros personajes de los hermanos Grimm

Por Civale3000

Por José Angel Gonzáles para 20minutos.es

Los llamados Cuentos de hadas de los hermanos Grimm, editados en varias tandas entre 1812 y 1857, convirtieron a sus autores —Jacob (1785-1863) y Wilhelm Grimm (1786-1859)— en flamantes y ricos burgueses y en inexcusables referentes de la literatura infantil. Aunque no siempre eran dueños de las historias, que en muchos casos provenían de la tradición oral, supieron poblarlas del suficiente grado de misterio, morbo, fantasía y alucinación como para llevarlas a todos los rincones del mundo y proyectarlas en el tiempo.

Caperucita roja, La cenicienta, La bella durmiente, El lobo y los siete cabritos, El gato con botas, Hansel y Gretel, Rapunzel… La lista llega hasta doscientas obras y muchas de ellas siguen circulando en la forma original en que fueron entregadas a imprenta por los Grimm —en Alemania, patria de los hermanos, los cuentos sólo son superados en ventas por la Biblia— o, al contrario, en adaptaciones a todos los medios. Una nueva propuesta lleva 36 de las historias a la sensibilidad contemporánea recalcando valores como lo grotesco, lo sexual y lo cruel en las obras de hace más de doscientos años del par de folcloristas y filólogos.

La ilustradora Natalie Frank (Austin, Texas – EE UU, 1980) ha colocado en primer plano el sadismo y la crueldad de las historias —padres que abandonan a sus hijos, madrastras que intentan envenenarlos, animales humanizados pero temibles, rivalidades sexuales…— para convertirlas en representaciones “carnavalescas” donde el componente “grotesco” y surreal salte al primer plano. La artista lo hace mediante el más infantil de los estilos de dibujo, la tiza mezclada con aguada.El trabajo de Frank, una ilustradora que llama la atención por la inocente crudeza de su estilo, acaba de ser editado en libro —Tales of the Brothers Grimm, publicado por Damiani— y una antología de las ilustraciones se expuse entre el 10 de abril y el 28 de junio, en el Drawing Center de Nueva York y ahora viaja a Austin al Blanton Museum.

Tanto los editores como los organizadores de la muestra destacan la valentía y agudeza de la ilustradora para “dirigir hacia el presente” las facetas más oscuras de las historias que los Grimm convirtieron en infantiles aunque manteniendo todo el tenebroso simbolismo de las leyendas transmitidas de boca a oreja en el norte y el centro de Europa desde la época medieval.

En la introducción del libro Jack Zipes escribe que la ilustradora ha seleccionado cuentos canónicos y otros mucho menos conocidos —por ejemplo, La doncella sin manosEl burro lechuga o El niño testarudo— buscando una “síntesis inusual” que usa los “significados convencionales”  para encontrar el terreno “espeluznante” en el que se desarrollan y desembocan las historias.Desnuda los cuentos de lo banal y lo correcto“En lugar de reflejar lo que queremos ver, los dibujos de Frank recomponen las escenas de los cuentos de los hermanos Grimm, desnudándolas de lo banal y lo correcto” para buscar los contenidos “devastadores” de las fábulas mediante personajes distorsionados y extravagantes.

Caperucita Roja mostrada como álter ego del malvado lobo, por el que padece una atracción de marcado tinte erótico; Blancanieves siendo sorprendida tras matar a la malvada madrastra, cuyo cadáver yace dentro de la chimenea mientras la protagonista se dispone a comer la manzana; escenas de cama entre heroínas que se dejan vendar los ojos para hacer el amor con el príncipe; el parto de Rapunzel, que sale del vientre de la madre con la larga coleta rubia… El trabajo de Frank —que es la artista gráfica que más cuentos de los Grimm ha ilustrado— buscan las “composiciones convulsivas”, añade Claire Gilman en un ensayo incluido en el libro.

Hace palpable la intimidad de los cuentos. La artista “hace palpable la intimidad” de alto nivel de los cuentos —estudiada y analizada por Freud y Jung para buscar arquetipos de comportamientos colectivos y deseos inconscientes— y logra en cada dibujo una “síntesis de los deseos”, añade Gilman. Al contrario que otros ilustradores enfrentados a las historias de los Grimm y convencidos de la necesidad de suavizarlas, Frank ha decido emplear una mirada del siglo XXI desprovista de convenciones.