En las obras de teatro era la narradora, la presentadora, la que recitaba las poesías, la que en misa diaria obligatoria leía en el púlpito subida en una silla para que me pudieran ver. En mis primeros años de vida, los Reyes Magos eran generosos conmigo, cada 6 de Enero me dejaban una muñeca y varios cuentos, que mi madre “apartaba” en aquella pequeña, cargada y cálida tienda en El Palo llamada Florido, donde igual se compraba botones, ropa interior y que en la puerta en una pequeña mesa con una bombilla una señorita arreglaba las carreras de las medias. Mi madre iba pagando los juguetes de Reyes poco a poco durante meses, me llevaba de la manita y me señalaba la muñeca que reposaban en las viejas maderas de las estanterías y los cuentos colgados de cuerdas cogidos con palillos, como si de ropa tendidas al sol se trataran.
A pesar del paso de los años, ella, cada 6 de Enero, seguía regalándome una muñeca y libros.
Hay un dicho popular que nos dice, que si no conocemos nuestro pasado, no podremos comprender nuestro presente. La lectura, la escritura, la pasión por los libros, me la fue inculcando ella desde mi más tierna infancia, que lloraba por poder ir a la escuela y que en cambio desde pequeñita tuvo que trabajar en las fábricas de salazones de pescado y en sus horas libres a coser con su madre que era costurera, mi abuela Carmen Rosa .
Cuando comencé a trabajar, debido quizás a mi “desparpajo” y mi forma de ser, se me encomendó realizar todas las gestiones exteriores de la empresa: bancos, Hacienda, Notarios, Policia; sobre todo lo relacionado con el departamento de Extranjeria (mis jefes y muchos compañeros eran extranjeros); así cada día, cuando aún el futuro Museo Municipal Malagueño, la antigua “Aduana” era la sede del Gobierno, tenía que pasar por el Parque, ése frondoso jardin tropical situado en terrenos ganados a la mar. En una de sus esquinas, casi a la entrada del Puerto, me paraba a admirar la estatua de una malagueña con una rosa en la mano, coronada por el busto de un elegante señor: Arturo Reyes.
Una característica de Arturo Reyes es su fidelidad y cariño hacia Málaga. Versos como los que siguen se encuentra con frecuencia en sus obras. El mismo cariño que yo tengo por mi tierra malagueña y que intento transmitir en “Mi cocina”.
"Único bien que me otorgó la suerte
fue en tu regazo ver la luz primera,
sentirme de tu mar en la ribera
casi cegado por tu luz al verte"
"Yo te amo toda,
Málaga mía,
perla irisada
del mediodía;
yo amo tus restos y tradiciones
-de tu pasado ricos trofeos-,
la índole brava de tus pasiones
y el loco ímpetu de tus deseos"
En una de sus obras escribe, el perchelero Arturo Reyes Aguilar en “Donde menos se piensa”…¿ Pero usté no lo conoce? ¡Jesús, pos si es más conocío que las natillas ¡ ¿Y vaya si tiée una hartaga de reír el mocito!
Así que hoy comienzo el año con uno de los postres más "conocíos"...unas natillas.
¿Como las hice? En una cacerola poner medio litro de leche (menos un vasito pequeño que se reserva), con una cáscara de limón, una rama de canela y cuatro cucharadas de azúcar, remover y llevar a ebullición.Dejar hervir unos minutos y quitar la canela y la cáscara de limón.En la leche reservada meclar una cucharada sopera de maicena y dos yemas de huevo.Agregar ésta mezcla a la leche hirviendo en la cacerolita, lentamente, poco a poco sin dejar de remover.Servir poniendo encima galletas tipo Maria.
Una de las satisfacciones personales de mi blog, es aprender, aprender no sólo gastronomía, sino enriquecerme cada día un poco más en cultura, en conocimientos y en amistad; gracias a mi blog he podido llegar una entrañable amistad con una bellísima persona, Pepa Reyes, que a través de SU BLOG difunde y da a conocer la obra, vida e historia de éste gran escritor malagueño, su bisabuelo;una labor encomiable que no tiene precio, difundiendo las artes y cultura malagueña.
El cuadro pintado por un gran pintor malagueño, mi suegro, un artista costumbrista que adora nuestra tierra, nuestra querida Málaga.