El co-creador del Oulipo relata en ese libro una anécdota trivial (un pasajero de un autobús abarrotado se queja a su vecino de que le está pisando a propósito) de noventa y nueve maneras diferentes, parodiando estilos y haciendo juegos de palabras. Pues yo, inspirado por esto, decidí contar cada muerte con un estilo literario diferente, imitando distintas obras, e incluso tomando fragmentos de ellas. El juego es un collage que consiste en tomar una obra literaria (en cada muerte se indica cuál), y con fragmentos (o tonos, o sugerencias, o ecos) de esa obra ir relatando la muerte de un arquitecto. Entre las distintas teselas del mosaico pongo la pasta adhesiva y el colorante adecuado para que casen lo mejor posible. En algunas muertes la operación es muy directa y sencilla. En otras es más elaborada. En algunas sólo se toman ciertas referencias de estilo, y en otras se introducen trozos de cierta extensión. Invito al lector curioso a que lea cada muerte teniendo a la vista el texto literario que se indica, y que descubra los órganos transplantados y las prótesis añadidas. No se trata de un plagio, ya que no se copia pasiva y perezosamente, sino que con los trozos recogidos se crean obras diferentes a las originales y se cuentan historias nuevas. Más bien se revisitan los textos, se cambian de contexto y se reescriben con nueva intención y nuevo objetivo.
Cuando Picasso toma el asiento de rejilla de una silla y lo pega en un soporte en el que está pintando un bodegón crea una fisión semántica. Hace que ese asiento de silla pase a ser el tablero de una mesa, o un mantel. Pero cuando toma un trozo de la portada de un periódico y lo pega en el cuadro que está pintando para que haga de portada de periódico crea otra fisión más rara aún: Hace que el periódico pase a ser un periódico, vale, pero lo hace volar del mundo real al mundo pintado. El periódico real hace ahora la función de periódico pintado. Picasso lo teletransporta al mundo virtual. De un modo parecido, y salvando todas las distancias, yo he recortado palabras, frases, estilos, cadencias, y las he hecho saltar de unos mundos a otros. Mi hermana Gema ha aceptado el reto y ha ilustrado cada relato con un estilo diferente, tomado de diversos maestros, épocas y técnicas. Ha realizado la misma fisión semántica y ha dado a cada texto una nueva dimensión y un potente complemento. Tanto las narraciones como las ilustraciones se han convertido en ejercicios de estilo, y el estilo por sí mismo ha construido la obra.
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