Negligencias médicas: «Mi hermana cayó en manos de un ‘Doctor Menguele’ español»

Por Miguel @MiguelJaraBlog

Desde hace más de 25 años investigo periodísticamente las negligencias sanitarias. Todas son conmovedoras, pero algunas te dejan marcado. M.ª del Carmen Cantero Moreno me cuenta en esta entrevista la historia de su hermana, viva aún, que sufrió un caso muy parecido al de Arturo, el hijo de Isabel Ferragut, que he seguido durante muchos años.

1.- ¿Qué sucedió en el nacimiento de tu hermana y como quedó tras él?

Mi hermana M.ª Luisa nació hace 66 años después de un parto complicado en el que sufrió una anoxia fetal (falta de oxígeno en el cerebro). A consecuencia de ello presento una deficiencia mental moderada con epilepsia.

No presentaba ningún tipo de minusvalía física. Su nivel de lenguaje no era muy elaborado, pero totalmente inteligible y con buenos niveles de comprensión en ordenes sencillas. La epilepsia que tenía era lo más grave, puesto que las crisis que presentaba hacían que se desplomara con el consiguiente peligro que ello conllevaba.

2.- ¿Qué dijeron e hicieron con ella los primeros médicos para tratar su situación?

Los primeros médicos que la vieron procedían de la sanidad privada. La atendieron en Madrid el doctor López Ibor (padre) y el dr. Burzaco. En Córdoba, Castilla del Pino.

Foto cedida por la familia, a la izquierda a María Luisa Cantero Moreno.

Se centraron en el tratamiento de su epilepsia, puesto que la deficiencia mental que padecía era irreversible. Le propusieron un tratamiento farmacológico, que no acabó de corregírsela del todo, pero sí que la alivió.

3.- ¿Cómo cayó en manos del doctor Rubio y que hizo éste?

Cuando mi hermana tenía 16 años la medicación que se le suministraba tenía muchos efectos secundarios y mi madre quería suprimírsela. Para ello, consultando con los médicos de la seguridad social, se decidió derivarla al Hospital “Virgen del Rocío” de Sevilla, donde existía un Departamento de Neurología, para contemplar la posibilidad de una operación que le permitiese suprimir las crisis sin tener que recurrir a ninguna medicación.

En principio el doctor A. Altuzarra asumió el caso, pero declinó la operación prevista al no aparecer en las pruebas cerebrales el foco de la epilepsia.

Es entonces cuando aparece este miserable en nuestras vidas: El Doctor “Menguele” Rubio García (en la foto de Diario 16, el primero en uno de los juicios a los que debió asistir en su carrera).

Recomendado por su colega de profesión le asegura a mi madre que tiene la solución para la epilepsia de mi hermana y que no corría peligro alguno, a lo sumo se quedaría igual que estaba.

Mi madre insiste en que mi hermana «habla, anda, juega e incluso enhebra agujas». Él la anima para que se someta a la intervención.

En el posterior informe, que he leído con atención, la operación consistía en: “Ocasionarle una lesión criogénica en la parte frontal del hipotálamo”. Dicho en un lenguaje vulgar, le causó una lesión en el lóbulo frontal, mediante una técnica que consiste en congelar esa zona a -200 grados centígrados.

Esta técnica, casualmente es la que por esos mismos años estaba estudiando para presentar su tesis doctoral.

4.- ¿Cómo quedó después tu hermana y cómo está hoy?

Mi hermana quedó infinitamente peor que como entró al quirófano, similar a una persona que ha sufrido un ictus (que fue lo que él le causó de manera voluntaria y con un afán de investigar su técnica de la criogénesis), y que le ha dejado secuelas irreversibles:

  • Mi hermana salió del hospital en una silla de ruedas, con la cabeza rapada y dos cicatrices a ambos lados de la misma y con ausencia de lenguaje.
  • Su nivel de lenguaje se empobreció y aparecieron ecolalias (repeticiones de manera convulsivas de unas palabras). Asimismo, ya no se supo expresar de ninguna manera. Antes sabia expresar deseos y comentar dónde le dolía, ahora imposible.
  • Físicamente presentó una hemiparesia izquierda sin poder mover ni la pierna ni la mano. Necesitó meses de rehabilitación para conseguir mantener el equilibrio entre dos personas y andar arrastrando la pierna. La mano izquierda quedo engarrotada y sin capacidad de movimiento.
  • Los períodos de vigilia y sueño se descontrolaron, de manera que anteriormente dormía profundamente y ahora se podía pasar la noche despierta con sus ecolalias características.
  • Dejó de controlar esfínteres, y había que adivinar a qué hora había que llevarla al baño usando pañales.

En la actualidad, es una anciana de 66 años con una salud física que presenta los achaques propios de su edad.

Y presenta un cerebro dañado que corresponde aproximadamente a una persona de 90 años con una marcada atrofia cerebral.

Además, la falta de movilidad que le produjo la operación le ha acarreado serios problemas:

1.-Por un lado, se ha acelerado la osteoporosis y sus huesos están profundamente dañados.

2.-Los músculos de la pierna izquierda se han ido engarrotando y acortándose, de manera que su pierna izquierda cada vez es más corta.

3.-Al no poderse mover se le acumulan flemas en los pulmones que difícilmente puede expulsar, necesitando aerosoles casi a diario para aliviar el ahogo que éstas le producen.

No distingue la vigilia del sueño, pudiéndose pasar gran parte de la noche repitiendo palabras. Por último, su capacidad de expresión y de comunicación es prácticamente nula, por lo que hay que adivinar qué es lo que le pasa y adelantarse a acontecimientos.

Es imposible por tanto saber que le está pasando, ya que un niño pequeño llora. A ella le robaron hasta la más mínima posibilidad de comunicación: No sabe o no puede llorar.

5.- ¿Qué similitudes guarda vuestro caso con el de Arturo e Isabel Ferragut?

Mi hermana y Arturo tuvieron dos madres luchadoras que intentando buscar el bienestar de sus hijos, tuvieron la mala suerte de cruzarse en el camino con este indeseable de Rubio en los años 1974 (Sevilla. Hospital Virgen del Rocío) y 1988 (Barcelona. Clínica Dexeus) respectivamente.

Los dos eran personas vulnerables, mi hermana (16 años) deficiente mental con epilepsia asociada y Arturo (27 años) con un problema psiquiátrico.

A mi madre y a Arturo les convenció para realizarles una intervención «exenta de riesgos» y con la seguridad de que saldrían de ella mucho mejor.

Los resultados fueron catastróficos en ambos casos. En el caso de Arturo murió después de cuatro años y medio de sufrimiento. Con respecto a mi hermana, ya he expuesto anteriormente como quedó.

Este Rubio García” Menguele”, minusvaloró y despreció totalmente la vida de los dos. Los utilizó como cobayas humanas. A ambos les machacó el cerebro utilizando distintas técnicas en cada uno. A Arturo se le achicharró con radiaciones mortales de necesidad.

A mi hermana se le taladró la cabeza con la misma técnica que exponía por aquellos años en su tesis doctoral: La lesión cerebral mediante criogénesis.

María Luis en el centro de la foto.

En definitiva, los dos fueron víctimas de un miserable que sin los más mínimos escrúpulos y con una bajeza moral solamente comparable con los experimentos médicos realizados en los campos de exterminio nazi, fue capaz de destrozar a dos familias y truncar la vida de un JOVEN de 27 años y de una NIÑA de 16 años de edad.

Es patético el corporativismo que existe en la profesión médica: Rubio, en ambos casos, tuvo un cómplice, en mi caso el doctor Altuzarra (que en la actualidad está en Granada). Todo el equipo de Neurología intuyo que lo sabían, y nadie lo evitó.

No puedo entender esta indolencia solamente por ser compañeros de profesión me pregunto: ¿Qué hubiese pasado si en la operación de mi hermana se hubiese reconocido la atrocidad que este hombre cometió?

La complacencia de sus compañeros de departamento, el engaño de lo que en realidad eran experimentos con dos personas y el silencio de sus compañeros de profesión los hace casi tan culpables como él.

Con un paso adelante y diciendo la verdad de lo que ocurrió con mi hermana, hubiesen podido evitar, al menos el sufrimiento inmenso de Arturo y su familia, al mismo tiempo que hubiesen aliviado el sentimiento de culpa de mi madre.