La neumonía y la diarrea son la causa de aproximadamente un tercio de las muertes de niños y niñas menores de cinco años a nivel mundial, o lo que es lo mismo, más de 2 millones de muertes cada año. Casi el 90 por ciento de las mismas se producen en África subsahariana y sur de Asia.
El hacinamiento en los hogares y el aire contaminado continúan suponiendo un riesgo para que los niños y niñas contraigan neumonía, ya que los países de bajos ingresos dependen mayoritariamente de carburantes sólidos (como madera, estiércol o carbón) para cocinar y calentar las casas, con estufas y fuegos con una ventilación deficiente.
El 88% de las muertes causadas por diarrea se atribuyen al agua no potable, a un saneamiento inadecuado y a una mala higiene, áreas en las que se mantiene la brecha existente entre los hogares ricos y los pobres, así como entre las comunidades urbanas y las rurales. En relación a los tratamientos de estas enfermedades, menos de un tercio de los niños y niñas con neumonía reciben antibióticos y sólo un tercio de los que sufren diarrea reciben sales de rehidratación oral.
La prevención y los tratamientos para ambas enfermedades a menudo se superponen e incluyen medidas tan básicas como incrementar la cobertura de vacunas, fomentar la lactancia materna y el lavado de manos con jabón, la ampliación del acceso al agua potable y saneamiento, la distribución de sales de rehidratación oral a los niños y niñas con diarrea y antibióticos a menores con neumonía bacteriana. Por ejemplo, lavarse las manos con agua y jabón es la manera más efectiva (en relación al coste-efectividad) de reducir los índices de neumonía y diarrea en menores de 5 años.
El potencial para salvar vidas es enorme si se aumentan las intervenciones probadas y efectivas para la neumonía y la diarrea hasta llegar a los niños y niñas más desfavorecidos. Pero el diagnóstico puede resultar problemático en países de bajos ingresos, porque pueden carecer de las herramientas adecuadas o porque los métodos disponibles tampoco se utilizan siempre. A menudo, las comunidades pobres dependen de los remedios caseros o buscan atención fuera del sistema sanitario oficial.
Aplicando este tipo de intervenciones efectivas, las vidas de más de 2 millones de niños y niñas podrían salvarse en los 75 países con mayor índice de mortalidad infantil, siempre que toda la población de menores de cinco años de cada país recibiera la cobertura de vacunación ya alcanzada por el 20 por ciento más rico de esos países.
Una de las formas más simples y efectivas para proteger a los bebés de las enfermedades es la lactancia materna exclusiva. Sin embargo, menos del 40 por ciento de los niños y niñas menores de seis meses en los países en desarrollo reciben leche materna exclusivamente. Además de la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, los suplementos como zinc y vitamina A pueden reducir la desnutrición y por tanto hacer a los menores con neumonía o diarrea menos vulnerables a contraer enfermedades más graves o la propia muerte.
Las innovaciones también ayudan en la lucha por la supervivencia. El zinc y las pastillas de amoxicilina, hechas específicamente para menores, así como las sales de rehidratación oral con sabores, son más agradables para los niños y niñas. Además, los nuevos usos de la tecnología móvil y los SMS permiten a los/as trabajadores/as de la salud llegar a las comunidades remotas y otras áreas donde la infancia corre un mayor riesgo.
NEUMONIA Y DIARREA, LAS ENFERMEDADES MAS MORTIFERAS PARA LOS NIÑOS MÁS POBRES DEL MUNDO puedes leerlo en Sano y Ecológico