PAULINA BRAVO CIRILO |
Publicado en la revista científica Neuron, el estudio muestra que la estimulación del córtex parietal medial (PMC) - una región del cerebro asociada con la percepción de uno mismo en el espacio - desencadena estas sensaciones.
El descubrimiento comenzó cuando el Dr. Parvizi atendió a un paciente con epilepsia que describía una experiencia extracorporal recurrente. Intrigado, Parvizi y su equipo decidieron investigar el fenómeno a nivel cerebral. La hipótesis fue que las convulsiones del paciente alteraban su “yo narrativo”, esa construcción mental que mantiene la identidad y ubicación en el espacio. Las pruebas posteriores revelaron que estimulando eléctricamente el precúneo, dentro del PMC, se reproducían de forma controlada estas sensaciones de “salida del cuerpo”.
El PMC, explicó Parvizi en una entrevista con la radio pública de Estados Unidos ayuda a definir el “yo” en relación con el espacio, los objetos y las personas alrededor. La activación de esta área provoca una desconexión temporal con el cuerpo físico, haciendo que el individuo sienta que observa el mundo desde afuera. Estas experiencias, aunque antes interpretadas como “místicas”, parecen estar ligadas a la arquitectura misma del cerebro.
El estudio del Dr. Parvizi y otras perspectivas
En la fase final de la vida, el cerebro humano podría liberar una sustancia endógena llamada DMT (N,N-dimetiltriptamina), que genera efectos parecidos a los de la ketamina, tal como describe un estudio en Frontiers. Este compuesto, presente en algunas plantas y en el cerebro, es conocido por sus potentes efectos alucinógenos y puede provocar experiencias cercanas a la muerte, con sensaciones de trascendencia, euforia y una separación temporal de la conciencia del cuerpo físico.
Implicaciones para el futuro de la medicina
Además de ofrecer una explicación científica a un fenómeno antes asociado al misticismo, estos hallazgos tienen aplicaciones prácticas. El avance en la comprensión del PMC y el precúneo podría ayudar a desarrollar terapias para personas que padecen ansiedad y miedo a la muerte, y ofrecer tratamientos que mitiguen la angustia en pacientes terminales.
La posibilidad de recrear de manera controlada las sensaciones de calma y trascendencia también abre la puerta a potenciales avances en el tratamiento de enfermedades mentales, donde el sentido de identidad y conexión con el entorno está alterado.
El estudio del Dr. Parvizi y su equipo en Stanford redefine la comprensión de la conciencia y el yo, demostrando que la ciencia puede dar respuestas a preguntas que por siglos fueron atribuidas a lo desconocido.