Un grupo de investigadores, descubrieron que un grupo de neuronas se activaban en un mono cuando veían a una persona hacer una acción. Así descubrieron las neuronas espejo y posteriormente en personas.
Es decir, si el espectador se emociona y vivencia aquello que se representa en el escenario, esto nos habla de que la acción que se ha desarrollado en el escenario es transformadora y por lo tanto ha sido un éxito.
Los científicos investigan mediante mediciones fisiológicas y técnicas de neuro imagen qué sucede en nuestro cerebro cuando vemos teatro o cine.
Según se ha hallado, se activan áreas cerebrales relacionadas con la empatía y la comprensión de las metáforas. Las neuronas espejo desempeñan un papel primordial en este proceso.
La «resonancia fisiológica» que surge en el espectador en consonancia con las intenciones del personaje que interpreta, en el actor resulta más intensa si asiste a un espectáculo en directo que si ve una escenificación filmada.
Estas neuronas han suscitado interés en el mundo del espectáculo; y no por casualidad. «Lo que el teatro sabe desde siempre», según Peter Brook, es que cada acción que se desarrolla en la escena desencadena una resonancia física en el espectador. A partir del estudio del cerebro y del cuerpo de personas que presencian una representación teatral o de danza, los neurocientíficos han descubierto que esta resonancia se origina en las neuronas espejo, aunque también en otros mecanismos cerebrales. Se comienza a comprender por qué nos conmueven estos espectáculos.
Con la teoría de las neuronas espejo, se abrieron nuevos horizontes a la explicación del aprendizaje vicario o por imitación y a la empatía emocional. Según esta teoría, en el momento en que reconocemos emociones en otra persona, se activarían las neuronas espejo, debido a que nosotros, por ser de la misma especie, tenemos la posibilidad de experimentarlas, y de algún modo, cuando la observamos, la experimentamos, de forma que entran en juego las emociones sociales y los estados del “como si”.
Se demuestra pues que la relación del interprete con el espectador en un espectáculo teatral no pertenece al mundo de la magia, sino todo lo contrario es propio de biología de la raza humana.
Es importante para que esta relación se de, que tanto el interprete como el espectador estén en un aquí y ahora permanente, que la vivencia sea genuina, y que el juez de neo córtex no este demasiado activo o mejor dicho este bien educado para intervenir sólo en aquellos momentos que se precise. Las experiencias artísticas, a mi juicio interviene el todo de un ser humano, y no sólo una parte de este.