El procedimiento empieza con un análisis detallado de la cara de la persona, incluyendo asimetrías y sutilidades que dan a cada rostro un aire único. Por su parte, el paciente provee al médico con una fotografía tomada diez años atrás. Es entonces cuando se usa un mapa facial computerizado para crear un plan operacional para el “rejuvenecimiento facial” que incluye una técnica de estiramiento de piel menos agresivo que antaño, acompañado del relleno de las cavidades de la grasa desaparecida.
La forma como se realizaba esta operación anteriormente obedecía a la creencia de que el envejecimiento de la cara era debido a un paulatino debilitamiento de sus músculos, que provocaba la progresiva caída de la piel. Como consecuencia, los cirujanos plásticos buscaban el remedio en un estiramiento de piel, lo que provocaba esa apariencia poco natural tras la intervención, además de que la piel tenía tendencia a volver a caer con el tiempo.
La nueva técnica quirúrgica surgió a partir de que Rohrich y otros cirujanos plásticos observaran que los rellenos cosméticos daban a la cara un aspecto más joven. También observaron que los procedimientos para elevar y mejoras la forma de las mamas caídas no tenían un efecto tan duradero como cuando eran acompañados de implantes que ayudaban a sostener la estructura del pecho. Entonces descubrieron los compartimentos donde se acumula la grasa, debajo de la piel, y que se vacían progresivamente con la edad. El resultado ha revolucionado la técnica quirúrgica del “estiramiento facial”.