Las convulsiones en los niños son notablemente frecuentes. Sólo algunas son debidas a Epilepsia en sus diversas formas. La posibilidad de que alguien fallezca en el curso de una convulsión es más bien baja, por no decir extraordinaria, salvados los casos en los que la causa de las convulsiones sea ya , en si misma, una causante de riesgo vital. Por ejemplo las convulsiones que acompañan a tramatismos craneales graves o los tumores cerebrales o las meningitis.
Es indudable que una crisis convulsiva es un fenómeno escalofriante para quienes lo contemplan. Sin embargo ya los hipocráticos conocían que las convulsiones, les dedicaron un libro de los famosos Tratados (Corpus Hippocraticus) bajo el nombre de “enfermedad sagrada” y sabían que a pesar de su dramatismo, podían no ser ominosas.
Las enfermedades convulsivas y su tratamiento representan una grave peso sobre las familias de los que las sufren aún a pesar de que acontecimientos como la SUDEP sean infrecuentes. Además de la angustia que generan las crisis, la necesidad de vigilancia tiene que trasmitirse a otras personas que participan en el cuidado o en la educación de los niños, que pueden tener dificultades o reticiencias para asumir responsabilidades directas.
Las familias de los niños con epilepsia son tributarias de extrema atención por parte de los sanitarios y los servicios sociales y educativos. Desde la consulta de Pediatria se debe extender la información a todos los que rodean la vida del niño con convulsiones, ofreciéndoles información, consejos e instrucciones que ayuden tambien a los padres a afrontar las incertidumbres de la enfermedad.
X. Allué (Editor)