Nuestra aportación es recordar que la violencia contra la mujer comporta la victimización de los hijos/hijas que la mujer pueda tener. No son víctimas “secundarias”: son víctimas a secas. Los hijos de las madres maltratadas o asesinadas están muertos de miedo. Y eso no es tolerable.
Insistimos que las autoridades judiciales o policiales deben entender que en los casos de violencia contra la mujer que tenga hijos se actúe de oficio aunque no exista denuncia, porque la violencia contra los menores requiere la defensa de los poderes públicos. Es la vía de entrada más directa a la investigación y la interrupción de los malos tratos.
Los profesionales que se hacen cargo del cuidado de los niños tienen la obligación de denunciar todos los casos de sospecha de violencia en los que haya niños implicados, aunque el sujeto de la violencia sea un (o una) adulto que decida no denunciar unos hechos. La protección a la infancia justifica el inicio de una investigación sólo ante una sospecha.
A ver si nos ponemos las pilas…
X. Allué (editor)