No crezcas, es una trampa

Por Pedsocial @Pedsocial

La frase que aparece aquí al lado y que traduce el titular es una de esas ocurrencias que solemos ver impresas en las camisetas de manga corta (t-shirt) o en forma de graffiti por las paredes. Graciosas. Simples. Intencionadas. Provocativas.

Ésta parece dirigida directamente a los niños y entra en colisión con los deseos de todos los padres y de una notable mayoría de los niños: todos quieren que los niños crezcan.

También los pediatras, aunque y al menos oficialmente, los pediatras siempre se refieren conjuntamente al crecimiento y el desarrollo, por esa responsabilidad global sobre los niños que tenemos asignada.

Unos y otros realizamos esfuerzos notables para garantizar el crecimiento de los niños. Algunos de forma profesional y dedicada, a controlarlo en sus magnitudes físicas. En los textos clásicos de la Pediatría social, una buena parte se dedicaba a lo que se conoce como Auxología, la ciencia del crecimiento humano. Es una ciencia relativamente reciente, introducido el término por Paul Godin (1860-1942), un médico francés que publicó una artículo seminal allá por el año 1919. La Auxología como ciencia tiene sus orígenes en la antropometría, utilizada desde el Renacimiento para determinar cánones de figura humana más por motivos estéticos que biológicos o médicos.

Las tablas de crecimiento, el producto auxológico estrella, son un instrumento de uso común en consultas pediátricas. Conviene recordar, sin embargo, que su uso principal es para el seguimiento de cada niño y no tanto para compararlo con otros: la actual diversidad de nuestra sociedad hace de las tablas de crecimiento un instrumento inestable e inexacto. Y ello a pesar de algunos esfuerzos, a nuestro entender algo racistas, de elaborar tablas de crecimiento para distintas poblaciones étnicamente consideradas como singulares. No compartimos el interés de algunos profesionales que trabajan en el ámbito de la adopción transnacional (remarcamos el término: transnacional. Internacional sería si los niños fueses de allí para acá y de acá para allá, cosa que no sucede) por disponer de gráficas de crecimiento de kazajos, nicaragüenses o congoleños, como si la nacionalidad coincidiese con la etnia.

En cualquier caso, las desviaciones del crecimiento deben evaluarse en cada niño comparado consigo mismo. Pero tampoco hay que obsesionarse. Generalmente se aceptan mejor las desviaciones por exceso que por defecto, aunque ambas pueden producir angustia a los padres. No sé que pensaban los papás de Pau y Marc Gasol en su nativo Sant Boi cuando sus niños dieron el estirón, aunque ahora seguro que están encantados.

Pero no todos los niños quieren crecer y hasta es posible que algunos quieran sortear ese destino manifiesto, aparte de Peter Pan. Y es que llegar a adulto es una meta elusiva, engañosa y, como dice el graffiti, llena de trampas. Como cualquier adulto sabe y conoce, ¿no?

De ahí que si queremos lo mejor para los niños, además de ayudarles a crecer debemos, por lo menos, no engañarles. Enseñarles la realidad y ofrecerles los recursos para afrontarla. Otra cosa sería cambiar la realidad, pero eso ya es harina de un costal diferente.

X. Allué (Editor)