“Esto que me está pasando es injusto”.
Estoy segura, casi al 100%, de que has tenido este pensamiento al menos una vez en tu vida. Yo también he pensado así alguna vez, lo confieso.
Cuando tenía 20 años, mi padre enfermó gravemente y falleció. Todo el rato pasaba por mi mente la idea de que aquello no era justo. Y mi mente consideraba que no era justo por muchas razones: no se lo merecía, era una persona maravillosa, era muy joven, nos queríamos, éramos una familia muy feliz…
Durante mucho tiempo, me siguió rondando la idea de que lo que nos había pasado no era justo, tanto para nosotros, los que nos quedábamos sin él, como para él mismo, que se iba siendo tan joven…
En aquella época estaba en la universidad, tratando de licenciarme en psicología. Aunque los libros de la facultad no me ayudaban, buscaba otros libros que leía y releía, como hago hoy.
Un buen día, no recuerdo dónde ni por qué, leí un texto que hablaba de este tema. Del pensamiento de justicia respecto a aquello que nos ocurre.
Los seres humanos somos seres racionales y, como tal, tendemos a buscar razones y explicaciones para todo aquello que nos rodea. Lo valoramos todo como bueno o malo, ventajoso o desventajoso. Lo comparamos con nosotros mismos, con nuestra valía, nuestros méritos, nuestra condición…, y en base a ello consideramos que es justo o injusto.
Sin embargo, hay situaciones en la vida en las que las cosas suceden, y ya está. No depende de que nosotros seamos mejores o peores, nos lo merezcamos más o menos…Uno no se "merece" tener un accidente, o enfermar, no le ocurre sólo a aquellas personas que reúnen ciertas condiciones para que le ocurra. Ciertas circunstancias, en la vida, no tienen justificación ni motivo. Por tanto, no es una cuestión de justicia.
Todavía hoy, en ocasiones, me surge esta idea y sigo teniendo que decirme a mí misma: “no es cuestión de que sea justo o injusto”.