En cuanto se habla de liderazgo, rápidamente surgen dos conceptos totalmente antagónicos: el liderazgo bueno y el malo, el transformacional y el jerárquico, el proactivo y el agresivo. Lo malo de las dicotomías es que en la vida real no existen las figuras puras, ni a un lado ni al otro.
Lamentablemente, que existan dos tipos de liderazgo nos puede hacer pensar que si no nos situamos en el extremo bueno somos un desastre. Y también nos ayuda a diseñar nuestro propio modelo de liderazgo que curiosamente siempre se parece al top de los tops (haz la prueba: pide a alguien que defina su estilo de liderazgo, y siempre sacará las cualidades habituales del líder perfecto, del superhéroe).Curiosamente, una de las cosas que nunca se suele comentar es que en ocasiones el liderazgo transformacional no es la mejor opción. Como cuentan en este artículo de Harvard Business Review, en época de crisis o de incertidumbre económica o política, se acepta mejor a un líder dominante que a cualquier otro. Un líder con las ideas claras, que instaura una jerarquía para seguir sus órdenes, que no duda a la hora de tomar decisiones, que controla todo lo que sucede a su alrededor, pero también una persona agresiva, narcisista y poco amante de la cooperación.La cuestión es que ese liderazgo tiene las patas muy cortas. Puede ser útil unos meses o durante una época muy concreta (mientras dure esa situación de incertidumbre), pero a largo plazo siempre es un liderazgo destructivo.En este estudio, publicado en PNAS, compararon el estilo de liderazgo de Donald Trump y Hillary Clinton. En una escala de control-prestigio, Trump aparecía con una puntuación muy alta en control ("dominance" en inglés, así que quizás sea más dominación) y Clinton puntuó mucho más en prestigio. En los territorios con mayor incertidumbre económica los encuestados apoyaron en mayor proporción a Trump. Hicieron otro análisis con datos extraídos de la World Values Survey y se asociaron territorios con alto nivel de desempleo con la preferencia por un líder dominante. Además, replicaron este tipo de relación con estudios muy diversos pero con resultados coincidentes. En resumen, que cuando todo está revuelto, casi nadie quiere un líder participativo y la mayoría prefiere un líder mandón y con las ideas muy claras. ¿Ocurrirá lo mismo en las organizaciones sanitarias? ¿De qué tipo es el líder de tu organización? Eso sí, ese estilo tiene las patas muy cortas, así que o cambiamos o...