Quizás sea la palabra que más escuché durante el taller de fotografía que impartí en Marrakech, el fin de semana pasado. Y esa muletilla, en general, dicha en un tono agresivo se me incrustó en la cabeza y ahora en casa, no paro de reflexionar sobre el porqué de esa actitud.En primer lugar, hay que decir que Marrakech es una prueba de fuego para cualquier fotógrafo. Una ciudad exigente por las dificultades que ponen los locales a cualquiera que se lleve una cámara a los ojos. Y eso hace que sea tan difícil de componer, por sobre todas las cosas, de disfrutar el acto fotográfico.
Hasta el miércoles!
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