El tema de la homosexualidad, avivado por el nombramiento de un embajador estadounidense reconocido como activista gay, ha saltado a la palestra y polarizado las opiniones. El cardenal López Rodríguez fue uno de los primeros quienes dieron a conocer su postura (quizás de la iglesia, aunque no necesariamente de todos los católicos) sobre el mismo. Luego vinieron los representantes de las iglesias evangélicas quienes han dicho de todo sobre la designación. Por un lado, los cristianos indignados por la designación, mientras que por el otro, la comunidad gay dominicana siente una esperanza de que las cosas cambien. Esta mañana leí un comunicado acerca de la decisión de un súper mercado y el llamado para que los cristianos la apoyasen. Entonces sentí que debía decir algo. Sentí mucha mala vibra y victimismo entre los “apoyandores”… (De la misma clase, aunque en contexto distinto que el que sufre la comunidad gay)Yo tengo una postura clara, aunque diferida, sobre la homosexualidad y sus practicantes: la homosexualidad, por más que quieran presentarlo, no es la idea original para la que el hombre y la mujer fueron creados (o si prefiere, fueron dotados por la evolución). No estoy a favor de la práctica. Pero otra cosa es la persona. Lamentablemente me vienen a la mente las atrocidades en la Alemania nazi contra las comunidades gay alemanas. En la cristiana Italia, en ese mismo periodo, Mussolini hasta llego a desterrar a los homosexuales a una isla (por lo menos no los gaseo como en Alemania). Muchos de los más atroces crímenes xenofóbicos han ocurrido en los países cristianos. A muchos no les gustara lo que escribo, pero lo hago por tratar de poner las cosas en su justa perspectiva. Ningún gay puede sentirse intolerado cuando alguien no comparta su forma de ver la sexualidad; como tampoco ningún cristiano, musulmán, judío o lo que sea, puede sentirse a la defensiva por lo mismo. Yo voy con el respeto a la forma de pensar y ser del ser humano. Muchos cristianos, especialmente los dirigentes, claman a voz viva por cosas como un embajador homosexual, mientras que no hacen lo mismo en casos en que sacerdotes y / o pastores son acusados de “pedofilia”. Se espantan por que los homosexuales están saliendo del closet, pero no se percatan de los esqueletos en muchos de sus closeres. Se horrorizan que tergiversen el sentido del matrimonio, pero muchos adulteran on line y out line con herman@s de la iglesia (y no de la misma). Les diré un secreto: aun dentro de las iglesias y sus jerarcas existen homosexuales reprimidos (en el sentido de no darlo a conocer por miedo a perder sus privilegios) y practicantes. También otra cosa: muchas de las cadenas de televisión que presentan programas donde participan homosexuales pertenecen o tienen como accionistas a miembros de iglesias, ya sea católica o evangélica. ¿Entonces? No justifico la práctica, pero tampoco la doble moral. Tengo conocidos homosexuales y bisexuales quienes conocen mi postura y la respetan. Valoro en ellos su pensar y determinación para progresar; aunque siempre les pongo claro que no valido la práctica. Hay que respetar los derechos de los demás (aunque los mismos no sean según lo que mi moral o forma de pensar tienen que ser). Si la libertad es usada para cosas en contra de los principios de Dios… ¡Dios será quien tome cartas en el asunto! Pero tenemos que cuidarnos de una nueva inquisición por preservar los principios cristianos. El evangelio se predica y es el que actúa para salvación para aquel, homosexual o no, que le acepta y se deja transformar (así lo aprendí cuando niño). Cuando la persona deja que el evangelio y la gracia que lo inviste entre a su vida es transformado y alineado a la disposición de Dios (aunque no necesariamente de sus seguidores).