No lo expliques, ¡cuéntalo!

Por Masqueudos

Hace unos días leí un artículo en El País que venía a confirmar algo que llevó sospechando mucho tiempo: estamos rodeados de historias. es cierto. Lo único que debemos hacer es tomarnos el tiempo suficiente para descubrirlas, o el necesario para crearlas, ni más ni menos. Todo lo que nos rodea es una historia, y aunque nos empeñemos en darme mil explicaciones sin sentido, terribles argumentaciones, discusiones, disgustos, teorías, teoremas… son historias.

El artículo comienza diciendo que “cuando no existían las empresas, ni las marcas, ni los psicólogos, y solo había hogueras y humanos alrededor, ya hacíamos uso del arte de la narración para transmitir valores, ideas o proyectos. Es lo que ahora se conoce como storytelling (narración, en inglés). Y si este arte ha permanecido, por más que algunas cosas hayan cambiado tanto, es porque nuestro cerebro se implica de forma diferente cuando explicamos una historia que cuando nos limitamos a enumerar acontecimientos.”

La clave está en descubrir las posibilidades de uno mismo para convertir un detalle, una prueba, una bronca, un contratiempo, una duda… en una historia. Vivir para contarla, que decía Gabriel García Márquez. Y no puedo estar más de acuerdo.

Pensad en las matemáticas, por ejemplo, esa materia tan estática que muchos se empeñan en menospreciar porque es como es, sin más, sin vueltas. Pensad en una suma, esta misma,”29+2″, y comenzad a imaginar: ¿29 qué? ¿más 2? ¿puede ser el anuncio de la llegada de gemelos en una familia de 29 miembros? ¿los minutos de horneado de un pastel más dos que se tarda en comerlo? ¿los huevos que puso una gallina sumando los que le quedan para completar el mes? Nos empeñamos en aprender memorizando, en copiar enunciados y repetir esquemas pero nos olvidamos de lo divertido que es crearlos.

Pensad en el arte, por ejemplo, esa disciplina tan libre y subjetiva que algunos se empeñan en no disfrutar con la simple excusa de “es que no lo entiendo”. Os invito a observar atentamente esta fotografía de Sam Taylor Wood, fotógrafa británica.

STW 14

Pertenece a su serie “Self Portrait Suspended” y es uno de los ejemplos que utilizo al trabajar con adolescentes que visitan el Museo de Arte Contemporáneo de Salamanca, DA2. Cuando les animo a crear significados a través de esta imagen, algunos comienzan con sencillas ideas como “está dormida”, “va a una academia de baile”, “está soñando”, “vuela”, “se va a caer”, “la veo triste, como ausente”, ” a mi me gusta porque me parece que flota”, “pues yo diría que está muerta…” Y después de disfrutar escuchando sus versiones de la historia, tan reales todas, tan de verdad, les cuento que a la autora le diagnosticaron una grave enfermedad y decidió crear esta serie de fotografías en las que juega con el concepto de “estar suspendido” en ese momento en el que no sabes si te vas a curar y volarás, o si no llegarás a conseguirlo y caerás. Nunca volverán a mirar esa imagen con los mismos ojos porque saben que no es una foto, es una historia.

Todos somos historias, que no se nos olvide, y convertir en historias también lo que nos rodea, y usar para ello las palabras adecuadas, combinarlas e hilarlas para que digan lo que queremos decir, nos ayudará a explicarnos y a ser entendidos de una forma más creativa. Y la creatividad, amigos, es la fuente del conocimiento.

Termino mi reflexión con un párrafo del artículo en el que encontré la inspiración.

“Hay que empezar a comunicarse a través de historias. Dejar de explicar meros hechos, más o menos aburridos. Da igual que los relatos puedan ser escritos o hablados. Lo importante es que sean de verdad. Que hablen de nosotros y que, al hacerlo, nos hablemos a nosotros mismos. Pero también es fundamental escuchar los cuentos de los demás. Ya sea en directo, leyendo un libro, frente a la pantalla de la televisión o en una sesión de cine. Llenarse de buenas narraciones. De cuentos. De fábulas. Hacer un esfuerzo para estar cerca de los buenos narradores y dejarse llevar. Escuchar como lo hacíamos cuando éramos niños. Con los oídos, pero con los ojos también. Con todo el cuerpo.”

Seamos historias, pues.