No me di cuenta de lo que pasaba en mi familia… las adicciones

Por Karlos Karlos Betancurt @Ayuda_Psic

Por Psic. Fabian Giraud * Ayuda Psicológica en Línea - Psicólogos por Internet

“Cuando el río suena, es porque piedras trae”
– Proverbio Venezolano

Este refrán puede parecer muy obvio para quien lo reproduce, lee o escucha desde la orilla, pero al que está dentro del “río”, se le dificulta atender a esos “sonidos” que indican que “algo” está pasando, muchas veces porque no podemos, otras porque simplemente no queremos…


Cuando no podemos, la solución normalmente está en que alguien nos señale lo que sucede y de esta manera nos damos cuenta. Sin embargo, el problema está cuando, deliberadamente, hacemos caso omiso a aquello que se nos plantea como una realidad y actuamos como si nada ocurriera. Esta es la forma más sencilla de lograr mantener a raya una situación que nos incomoda, que puede ser potencialmente dolorosa o que lo está siéndolo. Pero corremos el riesgo de que el coste pueda ser muy alto a mediano o largo plazo, y normalmente lo es.


Normalmente… esto sucede en el entorno familiar del adicto, sus allegados asumen una posición de negar, justificar, minimizar y normalizar situaciones que comienzan con pequeñas rupturas de normas, dificultades con otros, robos, agresividad verbal, entre otras, que explican por lo general como “cosas de jóvenes” o alegando que “yo también hacia lo mismo a su edad y nunca tuve problemas”, que “fueron pocas veces las que lo hizo”, “seguro se sentía mal, pero ya se ve bien”. Con el pasar del tiempo, estas situaciones se van haciendo más frecuentes y significativas y llegan al punto en que cualquier acción que se quiera ejercer para remediarlas, puede resultar tardía.


Es en este momento cuando comienzan los reproches y la familia o alguno de sus miembros se pregunta “¿Por qué no hicimos algo antes?” “¿Cómo no me di cuenta de lo que estaba pasando?”.


En esta posición se puede permanecer durante mucho tiempo, inclusive nunca superarla y darlo todo por perdido, causando en sus miembros un constante malestar e impidiendo cualquier acción de ayuda para la persona adicta, permitiendo que el problema empeore.


Esto normalmente ocurre en la presencia de creencias como las siguientes:


  • Creer que los problemas les pasan a otros.

  • Miedo a la reacción de la persona con el problema.

  • Sentir que se carece de autoridad o no es responsabilidad de uno tomar una medida; es aquí donde la responsabilidad comienza a diluirse entre los miembros, donde cada uno espera que el otro haga algo y finalmente nadie actúa.

  • Creer que no se tienen las herramientas para afrontar la situación.

  • Darle demasiada importancia al impacto social de reconocer que hay un problema en la familia. “Los vecinos hablarán…” “¿Qué va a pensar el resto de las familias?

  • Creer que los problemas se resuelven solos: “Está llamando la atención, ignóralo y se le pasa”.

  • Distanciamiento familiar. Cada quien está “en lo suyo” y los contactos se limitan a ciertos espacios y situaciones (donde es más fácil mantener comportamientos acordes).


EL ENTORNO FAMILIAR DEL ADICTO: ¿QUÉ PODEMOS HACER


La respuesta es compleja, debido a que es imposible generar una receta que asegure nuestro éxito. Sin embargo, podemos emprender acciones como familia que actúen como elementos de protección y que promuevan la salud mental y de relaciones sanas de sus miembros.


Por tanto, recomendamos:


  • Aceptar que el problema existe.

  • Expresar lo que sentimos, los temores que tenemos y la forma en que creemos que podemos ayudar. Esto nos ayuda a sentirnos mejor y permite organizar de manera más adecuada la manera en la que debemos actuar.

  • Conformar un bloque familiar que esté dispuesto a ayudar y asegurarse que se mantenga en el tiempo. Es importante el manejo de las expectativas de recuperación, la comprensión de la complejidad de la situación y estar preparados para el manejo de la frustración y la impotencia.

  • Tomar conciencia de las causas personales y familiares que favorecieron la aparición de la adicción y el mantenimiento de la misma. Revisar el rol ejercido por los demás y el de uno mismo, desde una perspectiva crítica.

  • Informarse sobre el tema. Es importante tener información sobre las adicciones, lo que va a permitir comprender la situación por la que pasa la persona, las características de la problemática y así accionar de forma más adecuada. Como referencia recomendamos visitar sitios como:


  • Buscar ayuda especializada que pueda guiar el proceso de acercamiento inicial y el manejo de las diversas situaciones que se puedan presentar como resultado del mismo (la no aceptación de tratamiento, resistencia, recaídas, etc.). Esto lo pude hacer a través del contacto con médicos, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales o a través de instituciones que trabajen en el área. Normalmente el ayuntamiento de su ciudad puede darle algunas referencias iniciales.

  • Abordar a la persona con el problema de adicción en grupo como familia o de forma individualizada (según se evalúe más pertinente). Se recomienda utilizar un estilo de abordaje en donde se expresen lo sentimientos de forma sincera, se promueva la escucha del otro, exista un reconocimiento de las responsabilidades de cada uno, no se utilice la violencia, chantaje, agresividad verbal ni la culpa para convencer a la persona; se mantenga un discurso claro y firme de lo que se espera de él y dejar en claro que cuenta con apoyo siempre y cuando desee hacer frente a su problema.

  • La familia debe compartir el discurso y ser congruente con el mismo; no pueden desautorizarse entre ellos, manejar normas o indicaciones diferentes de cómo se abordará el problema y los pasos que se seguirán. El adicto busca inconsistencias en el discurso para justificarse, crear alianzas, manipular y generar culpa en el otro, para no sentirse señalado, culpable o para poder mantener la situación de consumo.

  • Establecer un plan de acción inmediato que inicialmente comienza por la aceptación de la ayuda del adicto y luego por el establecimiento de las normas a seguir, los compromisos que asumirán los miembros de la familia y el adicto y las condiciones generales de convivencia.

  • Elegir un tratamiento siempre con un profesional capacitado o en una institución especializada. Es común que el discurso del adicto sea “yo paro cuando quiera” “yo lo puedo manejar solo”, sin embargo, no lo logra. En ocasiones, los familiares piensan que con aislarlo o al contrario, con hablarle y ofrecerle más (afecto, ayudas, etc.), lo superará. Lamentablemente estos dos escenarios terminan siendo completamente ineficientes para lograr la mejoría.

Finalmente es importante tener en mente que para lidiar con esta situación: “Hay que aprender a estar con una persona adicta de manera responsable y aprender a decir basta cuando sea necesario”.

Puedes consultar la publicación original en No me di cuenta de lo que pasaba en mi familia… las adicciones de Ayuda Psicológica en Línea.