¡No seamos egipcios!

Por David Talens Perales @biogenmol

Trilla trigo en el Antiguo Egitpto 

La elaboración de alimentos procesados como el vino, el pan o el queso están documentados desde la antigüedad y aparecen referencias a ellos, como por ejemplo en la Biblia. No obstante hace pocas semanas se reportó la primera prueba física de un queso de la época Egipcia, y además traía una sorpresa, la existencia de un problema que hoy en día se ha saltado a los medios por la aprobación del consumo de leche cruda en Cataluña, la brucelosis.

Jarras donde se han descubierto los restos del derivado lácteo (Greco et al., 2018)


En el año 2010 un equipo de arqueólogos de la Universidad del Cairo redescubrieron la tumba que ya había sido documentada en 1885 por cazatesoros. Esta tumba guardaba entre otras cosas frascos con un contenido blanquecino que fue analizado por químicos de la Universidad de Catania, dirigidos por el investigador Enrico Greco.

Ante la sospecha de que pudiese tratarse de algún tipo de alimento fermentado, por el tipo de recipiente y la tela que lo cubría, se analizaron los componentes proteicos de la muestra mediante cromatografía líquida y espectrometría de masas. Los péptidos detectados se correspondían con leche de vaca, pero también de oveja o cabra, es decir que por aquel entonces el queso mezcla ya existía. 

Sin embargo estos péptidos no venían solos, ya que se detectó un péptido correspondiente con la recombinasa A de la bacteria Brucella melitensis, causante de la enfermedad conocida como brucelosis. 

Esta patología ha saltado recientemente a la palestra debido a que la consellería de Agricultura, Ramadería y Pesca de Cataluña aprobó un decreto que permite la venta de leche cruda en la región, hecho al que se han opuesto expertos sanitarios dado que lo ven un riesgo innecesario para la salud, entre otras cosas por la capacidad de transmitir la brucelosis o fiebre de Malta (entre otras infecciones). 

Para los que no la conozcáis, la brucelosis es una patología con un cuadro de diagnóstico difícil porque puede manifestarse de distintas formas, afectando el sistema gastrointestinal, respiratorio, cutáneo o neurológico. En un principio los síntomas no se asocian a la enfermedad porque en la actualidad no suele ser algo común en nuestros días, y una vez detectada la causa ya está bastante instaurada y cuesta eliminarla a través de antibióticos. 

El tratamiento adecuado de los alimentos es esencial para prevenir la enfermedad, sobre todo para frenar su transmisión vía oral. Por eso en la actualidad la prevalencia de la enfermedad es muy baja dado que la exposición a este microorganismo sólo se da en casos excepcionales (profesionales del sector bovino, ganadero, etc.).

En el caso de la leche, la pasteurización es suficiente para garantizar la eliminación de estos microorganismos, y los amantes de lo "lo natural" deberían ser conscientes que hasta nuestros abuelos hervían la leche hasta 3 veces antes de tomarla.

Los egipcios ya tenían problemas con la brucelosis tal y como se ha demostrado. Han hecho falta años de investigación agroalimentaria para llevar a las estanterías de los supermercados un producto que seguro que conserva el 99% de las propiedades de la leche cruda sin riesgos para la salud, no volvamos atrás para crear problemas que ya han sido desterrados de nuestra sociedad.

Comparto con vosotros la referencia del artículo original y un enlace sobre el descubrimiento de la Brucelosis publicado por el compañero bloguero Manuel Sánchez: 

Greco E., El-Aguizy O., Ali M.F., Foti S., Cunsolo V., Saletti R., Ciliberto E. “Proteomic Analyses on an Ancient Egyptian Cheese and Biomolecular Evidence of Brucellosis”. Anal Chem. , julio de 2018. Doi: 10.1021/acs.analchem.8b02535

http://curiosidadesdelamicrobiologia.blogspot.com/search?q=brucelosis