Publicado por Álvaro Saval
Hay una cierta deformación profesional que hace que veamos los problemas en base a nuestra profesión, a nuestros estudios. En realidad todo es más complicado que las opiniones que podemos expresar por ello intentamos llevar las cuestiones a nuestro terreno de conocimiento. Supongo que para poder hablar con algo más de propiedad de aquellas cosas que se nos escapan. De todas maneras, hacerlo, simplificar los problemas está mal. Sobre todo cuando se hace con problemas graves. Y la violencia de género es algo demasiado horrible como para intentar sacar algunas explicaciones que, sin ser falsas, no son toda la verdad.
Cometo bastante a menudo un error cuando hablo de las relaciones. Aplicar un axioma bastante simplista "si no va bien, pues se deja" pero evidentemente no es solamente una cuestión de voluntad. Quiero decir que hablamos (hablo) de superar la dependencia emocional sin tener en cuenta la dependencia económica. De mejorar la autoestima y quererse mientras paso por alto que somos sujetos sociales y que como tales vivimos en una sociedad que sigue empujando a la gente a tener relaciones que deben ser duraderas. Que sigue estando peor vista la mujer en los 30-40 soltera "algo le pasará" que la que mantiene una relación "qué suerte, ha encontrado el amor, ya tocaba". Sin pararnos a pensar si esa relación es buena, regular, mala o un infierno. Que hay unos condicionantes sociales, económicos, familiares unidos a cada mujer que sufre el maltrato (no sólo físico) y que la convierte no sólo en víctima del agresor, también de esta sociedad que de alguna manera la ha empujado a mantener esa relación. Demasiado sutil a veces esa manera de abocarla a esa relacón, demasiado evidente tantas otras cuando empezamos a fijarnos. No nos educaron para evitarlo aunque últimamente se intente (con más o menos fortuna) reformular una forma de entender las relaciones que no está bien. Que, a veces, podemos afirmar que está mal, jodidamente mal.
Que de un tiempo a esta parte me voy fijando en los micromachismos que me rodean pero no quería pasar por alto los macromachismos que sigo haciendo yo. Y que, al no servir de nada las disculpas, sirva al menos el compromiso de dejar de hacerlos.