Los miedos y las obsesiones comienzan con una leve preocupación sobre algo. La diferencia es que cuando se convierte en obsesión, se entra en un círculo vicioso donde se le da muchas vueltas al asunto y sobre todo nos roba el bienestar interior, convirtiendo la mayor parte del día en angustia que estanca. El primer paso para detectar si se trata de una obsesión, sería analizar bien el motivo de la preocupación, y ver si es realista o exagerada. Normalmente si te sientes muy mal emocionalmente y ves que estás altamente afectado por algo que no es tan grave, sería una obsesión. Es necesario contar con la opinión del exterior. Lo más recomendable sería visitar a un profesional de la psicología para descartar una patología. Si no es posible también se podría pedir opinión a personas de mucha confianza, para ver si nuestra preocupación es racional.
Es importante que la persona diferencie lo que es una preocupación normal y lo que ya traspasa la barrera de lo patológico. Deberá ser consciente de que es normal que algo nos preocupe, pero no es normal que afecte de una manera desmedida y que le limite en otras facetas de su vida. El segundo paso sería reconocer que tenemos una obsesión y aceptarlo. De esa manera estarás haciendo consciente tu problema y será más fácil eliminarlo. En tu mente quedará una sensación de reconocimiento como: “tengo una obsesión y voy a poner los medios para eliminarla”. El tercer paso sería racionalizar ese temor exagerado. Debate sobre el tema y trata de encontrar razones por las que eso que te preocupa no es tan grave. Cuando encuentres una razón convincente que de verdad tú la creas, es cuando irá remitiendo la obsesión. No se trata de que te engañes a ti mismo cambiando de pensamientos, es necesario encontrar un argumento que tú creas verdadero.
Esto a veces no es tarea sencilla, pero hay que buscar esa razón que te haga ver que tu temor no es para tanto. En la vida a todos nos pasarán cosas negativas, pero eso no debe impedir que sigamos caminando y mucho menos nos tiene que robar la felicidad.
No encontraba una manera de ayudarla, porque se necesita un argumento que a la persona le convenza de verdad. Hasta que di con la clave que ella entendió y se dio cuenta de que estaba exagerando las cosas. Le dije que debería tenerle más miedo a vivir con miedo y con poca calidad de vida, que a que alguien le pudiera contagiar algo. Al decirle eso, se le encendió como una lucecita de esperanza. Encontró la razón que le hacía ver que estaba obsesionada con el tema de los contagios. Después ella misma siguió racionalizando el tema, diciendo que en realidad la vida está llena de peligros. Puedes ir por la calle y que te caiga una maceta en la cabeza, pero no por ello vamos a ir asustados andando por la calle. También puedes ir a un restaurante y que la comida esté en malas condiciones y te tengan que ingresar en un hospital, pero no por ello vamos a dejar de comer fuera de casa.
Podemos tener un accidente de coche, pero no por ello vamos a dejar de conducir. Te puede tocar una pareja que te haga muy infeliz, pero no por ello vamos a rechazar a todo el que se nos acerque. Empezamos a debatir y se dio cuenta de que no se podría vivir si estuviéramos siempre preocupados por todos los peligros de la vida. No podríamos hacer nada porque no hay nada 100% seguro, lo que es preocupante de verdad, es que los miedos no nos dejen vivir con calidad de vida. Esta chica logró por ella misma acabar con su obsesión, gracias a que trabajó sobre sus pensamientos irracionales y encontró argumentos para dejar esa preocupación exagerada.