Noise box entremezcla la tersura de sus canciones más luminosas con la fuerza de sus composiciones más oscuras que denotan una clara influencia británica; una influencia esta última muy presente en Desintegrating landscapes, un tema que nos hizo revivir momentos mágicos, pues fueron capaces de atrapar nuestros sentidos a través de una atmosfera oscura que también rompe en un vertiginoso espejo de sonidos prófugos del mal. Lo que de una forma apabullante ocurrió cuando sonó My evil twin, ejecutado con un ritmo que penetró hasta el último rincón de nuestros sentidos mediante guitarras estremecedoras que fueron capaces de sustentar la melodía como pocas veces hemos visto, lo que nos traslada a la esencia de una música que no necesita de ningún adjetivo que la manche. Con Dunes and trees regresó la calma al escenario, lo que de nuevo nos dejó con esa sensación de sensibilidad rítmica con la que también e identifica a las canciones de Noise Box (una suerte de The Smashing Pumpkins a la española), que se desplazan con total libertad por los ritmos que marcan. En Another you siguen manteniendo la intensidad de la melodía; un tema que también se reserva un lugar es esa especie de olimpo sonoro donde anidan la armonía y la verdad. Con Someone pay the ransom sube el ritmo hasta llegar a ese determinante zigzagueo sonoro que los identifica, lo que continúa con The weight of lightigual que si siguiésemos en una nube con secuencias sonoras de ciencia ficción y, que sin interrupción, nos deposita en el potente bajo con el que se abre Run; un tema anclado en un pop más oscuro con un final espectacular.
Jesús Cobarro (cantante y guitarra), Bienve Campoy (guitarra), Helios Sánchez (bajo), Luis Pastor (teclados y sintetizadores) y Alejandro Dumas (batería), es decir, Noise Box, cerraron su concierto en la Salas Maravillas de Madrid con Big boy, tema que fuera su primer sencillo de su último trabajo, y lo hicieron como el resto del concierto al más puro estilo power-pop que acabó con un final pleno de ritmo y un grito desgarrador de Jesús Cobarro que, de algún modo, nos anunciaba la épica de las tormentas.
Ángel Silvelo Gabriel.