Las sensaciones que la música de Nudozurdo te produce nada más escucharles, son una perfecta fusión de estadios sonoros que tienen la maravillosa capacidad de construir atmósferas que una y otra vez te desplazan hacia ese lado más sensitivo y oníricamente destructivo, donde poder expresar libremente esa versión hedonista y bella de la derrota, en el caso que uno sea un acérrimo aliado de esa dualidad estética y sensorial. Etiquetas aparte, ese estudiado y premeditado distanciamiento verbal entre Nudozurdoy su público (no se dirigieron a los asistentes en toda la noche) se torna en una apasionada cercanía cuando comienzan a tocar y crean sonidos plenos de una oscuridad enigmática y viajera, porque su propuesta musical se comporta como un plácido y enigmático viaje por tierras profundas, esas que no transitamos en nuestra vida normal, convirtiendo a su música en falsos espejismos que al terminar nos depositan en una nueva crónica de flashes apagados.
Las sensaciones que la música de Nudozurdo te produce nada más escucharles, son una perfecta fusión de estadios sonoros que tienen la maravillosa capacidad de construir atmósferas que una y otra vez te desplazan hacia ese lado más sensitivo y oníricamente destructivo, donde poder expresar libremente esa versión hedonista y bella de la derrota, en el caso que uno sea un acérrimo aliado de esa dualidad estética y sensorial. Etiquetas aparte, ese estudiado y premeditado distanciamiento verbal entre Nudozurdoy su público (no se dirigieron a los asistentes en toda la noche) se torna en una apasionada cercanía cuando comienzan a tocar y crean sonidos plenos de una oscuridad enigmática y viajera, porque su propuesta musical se comporta como un plácido y enigmático viaje por tierras profundas, esas que no transitamos en nuestra vida normal, convirtiendo a su música en falsos espejismos que al terminar nos depositan en una nueva crónica de flashes apagados.