Mi padre tiene enfermedad de Parkinson avanzado. Por ello en los últimos días le han realizado una intervención para poder introducirle directamente en el intestino un fármaco nuevo que le puede ayudar a mejorar la calidad de vida. Y la de mi madre…
Es fantástico que mi padre tenga acceso a los últimos avances de su enfermedad. La neurólogo que lleva a mi padre intenta por todos los medios ofrecerle tratamientos a medida que la enfermedad se va haciendo resistente a los mismos. Por ello nos recomendó este nuevo tratamiento (bomba de duodopa). La cirugía para colocar la sonda transcurrió con toda normalidad. Después de la cirugía el cirujano nos informó de todos los detalles del proceso. Una enfermera de neurología estuvo y está pendiente de mi padre en todo momento para ajustar la dosis del nuevo fármaco. En la habitación del hospital, que compartió mi padre con otro paciente muy educado, la atención era continua: enfermeras controlando las constantes, auxiliares aseando y ayudando a mi padre en todo momento con un cariño y una generosidad inmensa, celadores para movilizarle, es decir, un verdadero despliegue de medios materiales y humanos.
A veces en la vida nos acostumbramos a disfrutar de servicios y no nos damos cuenta de lo que cuestan y de lo que suponen. Creemos que es nuestro derecho y ya está. Pero vivir en un país donde tenemos una sanidad pública gratuita como la que tenemos, con un personal médico y no médico de excelente calidad, con acceso a las mejores innovaciones que ofrece la medicina moderna, es un lujo que realmente pocos ciudadanos del mundo puede disfrutar.
Gracias a todas las personas que han hecho y hacen que los españoles podamos disponer de una medicina pública de tan alto nivel. Gracias a todo el personal del Hospital Universitario de la Princesa.
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