Nuestro décimo cumpleaños

Por Jagonzalez

Celebramos nuestro cumpleaños, el de nuestros deudos, el de otros allegados y amigos. Lo hacemos con más o menos regocijo. No es tan común la celebración que motiva esta entrada.  Se cumplen diez años desde que el Hospital Universitario de Fuenlabrada, el que consideramos nuestra casa, inició su actividad asistencial. En este mes, hace diez años, recibimos a nuestros primeros pacientes en la Unidad de Fisioterapia. 

No es fácil que en el devenir de nuestra vida profesional seamos testigos partícipes del inicio de la andadura de un centro hospitalario. Es cierto que ha habido momentos de aperturas paralelas de hospitales en el pasado reciente, pero no deja de ser extraordinario ser parte de ello. A la incertidumbre y la ilusión de cualquier incorporación a una empresa se añade que este proceso fue colectivo de un numeroso grupo de profesionales, sanitarios y no sanitarios. Además, el camino fue largo, con distintas fases que se iban superando esperando la evaluación final. Los aspirantes, en general, éramos jóvenes, más o menos, pero con cierta experiencia y formación. Como aquella frase que se acuñó en los 90, nos considerábamos JASP, Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados.

Se ponía en marcha un hospital con una forma de gestión distinta, como Ente público. Para muchos, aún hoy día, esa figura no aclaraba que somos un centro administrativa y económicamente por entero de carácter público, pero con posibilidades de funcionamento, en algunas cuestiones,  más flexibles y autónomas.

Hospital Universitario de Fuenlabrada

Sin exagerar, sin  exceso de sentimentalismo, nos sentíamos partícipes, al menos en primera persona, de algo nuevo, incorporamos el Hospital de Fuenlabrada (a la sazón no universitario) a nuestra identidad. Se decía de él “el hospital sin papeles” por la normalización de la historia clínica electrónica . Estábamos, aún lo estamos, orgullosos. Y, a veces, con sana vanidad, decíamos que este “es el mejor hospital de la Comunidad de Madrid”. Luego vino, entre otros hitos, la incorporación de estudiantes y la adopción de condición de hospital universitario, o la vinculación con el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, que dieron otra proyección al centro.

En cuanto a nosotros como Unidad de Fisioterapia y Terapia Ocupacional tampoco faltaban motivos para la satisfacción por estar en ella. Para empezar, el equipo humano, algunos compañeros de carrera o de universidad. El espacio amplio y luminoso, con el necesario lugar, el despacho de fisioterapeutas, para labores administrativas. Los medios materiales de uso clínico e informático, nuevos, incluso innovadores. La estructura, con una Unidad de Responsabilidad independiente de jerarquías de cualquier especialidad médica, dotada de autonomía que le permite una gestión más eficaz y ágil. La relación con el equipo médico de Rehabilitación, con el que compartimos espacio y pacientes, era fluida y respetuosa. La formación ha sido en estos años una constante. Si todo lo aderezábamos con ganas e ilusión el cóctel estaba abocado al éxito. Así se implantaron medidas novedosas por aquel entonces,  como el tratamiento en días alternos, con el que se duplicaba el rendimiento de la Unidad, se incorporaron procedimientos y “especialidades” o se potenció su uso tras los cursos necesarios, como punción seca, vendaje neuromuscular,  fisioterapia del suelo pélvico o fisioterapia respiratoria. El acceso directo a fisioterapia de pacientes con determinados procesos (sustituciones articulares, alteraciones respiratorias)  se hizo posible, acortando tiempos y, creemos,  mejorando la eficiencia. Se posibilitó que el fisioterapeuta y terapeuta ocupacional decidieran el cese o continuación de tratamiento, conforme a sus competencias reconocidas, y con ello agilizar la entrada de nuevos pacientes. La docencia, con alumnos de dos universidades y cuatro plazas de profesor asociado más tutores, también ha servido de empuje como factor motivador.

Pero, como es de esperar, no todo va a ser positivo. En cuanto a  los que formamos parte de esta empresa, hablamos del estancamiento de la carrera profesional y de retribuciones e incentivos. En la parcela de nuestra Unidad, algunos de los logros aludidos han tenido un camino de vuelta, regresando a maneras de gestión poco eficientes. Ello deriva en el crecimiento exponencial de listas de espera que pueden condicionar el resultado del tratamiento y generar descontento, tanto al paciente como  al fisioterapeuta, por la repercusión que pueda tener algo en lo que poco o nada puede hacer. En este orden de cosas, se echa en falta una materialización de la competencias del profesional acorde a las disposiciones legales. La investigación es una de las asignaturas pendientes, que requeriría una dotación adicional de medios materiales y tiempo.

Pero queremos terminar con una visión optimista. Nos sentimos integrados en un grupo humano más que como simples compañeros de trabajo. Con altibajos, con diferencias, sentimos el orgullo de pertenecer a una organización de servicio público y además de tener el privilegio de ejercer una maravillosa profesión. Sólo nos gustaría que, si seguimos aquí, nuestro parecer sea el mismo en 2024.  Feliz Cumpleaños, Hospital de Fuenlabrada.