Nueva escala de valores

Por Carlos

Volviendo al recorte de prestaciones, que lo hay, y la capacidad disuasoria de las medidas del repago sin afán recaudatorio, me surgen dudas… si algunas prótesis se pagan ¿que ocurre con aquel que no pueda pagarlas?, fácil para ellos serán gratuitas ¿seguro o no?

Si se considera que existe abuso de la población referente a determinadas prestaciones de farmacia, de consultas, de intervenciones quirúrgicas… etc. ¿no sería más lógico actuar sobre la indicación?

Y en ese caso ¿quien tiene la responsabilidad, el que se toma una medicación que no necesita o el que la prescribe?

Para los médicos, que nos vemos envueltos en una vorágine donde interactúan diversos factores, será más cómodo, sin duda, eliminar de la financiación determinadas prestaciones para no recibir la presión del paciente sobre ellas. Pero me pregunto, ¿entra dentro de la ética permitir la publicidad de determinadas actuaciones encaminadas a fomentar el uso y abuso del sistema sanitario para después restringir su uso, en el caso del sistema público, y permitir el trasvase hacia otros derroteros?

Y aunque me cuesta poner en duda nuestra profesionalidad,  me inquieta, que se indique una intervención quirúrgica sin ser necesaria (me inquieta mas que sea necesaria y no se financie) y de ser así ¿debemos penalizar al usuario o fomentar la adecuación de las intervenciones? Claro de de no ser así, a quien habría que reconducir es al energúmeno que lo afirma.

Con el adjetivo de “menores” aplicado a medicamentos, síntomas, intervenciones quirúrgicas… ¿no estaremos ocultando el verdadero problema?

¿Que es menos importante, una apendicitis que pueda solucionarse con antibioterapia en lugar de intervenir, asumiendo el riesgo de una peritonitis, o un “juanete” que pueda alterar la estática de la marcha con disminución de capacidad deambulatoria y que termine en un aumento del absentismo laboral?

Ante la financiación selectiva o restringida o cicatera… tendremos que empezar a plantearnos una escala de valores donde la rodilla sea más importante que el pie, donde el dedo pulgar sea más importante que el anular, donde la mano sea más importante que el hombro o que un ojo sea mas importante que un oído… quizás sea ese el camino

¿Que es mas caro, el consumo de fármacos de escaso o nulo valor intrínseco o utilidad terapéutica, recomendados para toda la vida en el curso de determinadas enfermedades como artrosis u osteoporosis sin confirmar? ¿O la prescripción sensata y la explicación al paciente, que conlleva mucho mas tiempo de 6 minutos, del origen y evolución de su sintomatología y las posibilidades existentes dentro de la racionalidad?

¿Que es mas importante una enfermedad crónica de por vida, con el consiguiente gasto repetitivo, o un accidente fortuito que exige una actuación puntual aunque quirúrgica, donde el gasto es de una vez?

¿Que es mas importante y eficiente una prótesis de cadera o un implante mamario tras la amputación por un cáncer de mama?

¿Que es más importante lo que me pasa a mí o lo que le pasa al vecino?

Se que todo esto no se puede decir, no es políticamente correcto, pero yo estoy pensando en alto y reconozco que todas estas reflexiones pueden ser pueriles, fruto de la ignorancia o incluso pervertidas pero solo pretendo dejar constancia de que las medidas a llevar a cabo, por su novedad, deberían de ser implementadas en pequeñas experiencias antes de decidir si son eficaces y eficientes y por tanto ¿tiene sentido la unidad de criterio? ¿No deberíamos permitir distintas opciones antes de sacralizar cualquiera de ellas?

¿Quien asumirá la responsabilidad de sus actos con el paso de los años?

Me temo que seguiremos estando al albur de decisiones políticas, que por falta de consenso, conllevaran en si mismas el riesgo de hacer y deshacer en función de ideologías y esperar que el barco de la sanidad sepa mantenerse en la tormenta de los partidos políticos.