Looks sin artificios, con lineas y colores puros, perfectos para días de trabajo y jornadas relajadas. El minimalismo se declina en una nueva sencillez.
Al echar un vistazo a las tendencias cada temporada (por no hablar de los desfiles), hay numerosas propuestas que nos provocan un “¡ni loca me pondría yo eso!”. Propuestas exageradas, apropiadas para determinadas franjas de edad, instaladas en el pujante feísmo (ya comentamos algo parecido meses atrás, podéis recordarlo aquí)… Pero, de repente, esta primavera verano, la cosa parece calmarse un poco y, aunque hay de todo lo anterior, también deja sitio para una nueva sencillez.
Prendas de diseño puro, a veces lineal, de cortes limpios, casi geométricos, colores neutros, nada de artificios, sin estridencias y con un resultado relajado y absolutamente chic. Y esa nueva oda a lo sencillo no es solo minimalismo, que también, sino que tienen cabida looks con prendas casual e incluso otras de inspiración tailoring (chalecos, pantalones de vestir, camisería, denim, blusas, sandalias deportivas), básicas y siempre en tejidos fluidos, para que prime la naturalidad.
Es una propuesta que, de puro básica, puede resultar aburrida para quienes prefieren arriesgar más en el territorio de su armario. Cierto es que que puede no apasionar, pero al menos no despierta aquello del “eso yo, ni harta de vino”. Lo simple, a veces, es lo más efectivo, aunque en la era del street style haya estado muy denostado, y el “más es más” haya primado en mezclas de colores, prendas, texturas y looks en general. Llega el momento de hacer una pausa y apostar por un minimalismo de nuevo género, no tan simple como aquel de los noventa con Calvin Klein y Narciso Rodríguez, pero sí con el mismo espíritu.
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