Nuevas ciudades del mundo (6): nacionalidad o ciudadanía

Por Luiscercos

"Los inmigrantes han ayudado siempre a construir y defender este país. Ser americano no es un asunto de sangre o de nacimiento; es un asunto de fe, de una fidelidad compartida a las ideas y los valores que son tan queridos para nosotros". (Barak Obama, 1 de julio de 2010).
El 13 de septiembre de 2009 escuché por primera vez, un concepto que caló en mi conciencia y que me convenció (Evo Morales, presidente de la República de Bolivia, Plaza de Toros cubierta de Leganés, Madrid):
“Europa y Occidente no pueden ni deberían considerar "ilegales" a los ciudadanos que llegan de otros países para "buscar una vida mejor". Todos tenemos derecho a habitar en cualquier parte del mundo respetando las normas de cada país".
En la misma línea, hace aproximadamente un par de meses, durante un almuerzo de la Fundación Carlos III tuve oportunidad de escuchar del actual embajador de Ecuador en España, D. Galo Chiriboga Zambrano, una relevante intervención que incluía interesantes aportaciones sobre los viejos conceptos de nacionalidad y ciudadanía, dando preeminencia a la segunda (conjunto de los ciudadanos de un pueblo o nación) sobre la obsoleta definición de la primera (naturales de un pueblo o nación, bien por nacimiento, bien por derecho de sangre).
Pero de poco servirían estas iniciativas si no son arropadas por los países más poderosos. Por esto fue especialmente satisfactorio para mí leer parte del discurso que Barak Obama (¡no todo en él va a ser desilusionante!) pronunció el pasado jueves, en el que reconocía que una deportación masiva de los más de 11 millones de personas en situación irregular en los EE.UU. resultaría extremadamente caro (no sólo en términos estrictamente económicos) y rompería la fibra social de la sociedad norteamericana.
“Es necesario un sistema de inmigración para todo el país que "refleje nuestros valores como un Estado de Derecho y un país de inmigrantes".
Y abierto el debate, muchos empiezan a sumarse al discurso presidencial. Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York, es uno de los principales defensores de una reforma radical de la ley de inmigración:
“Sin una reforma migratoria este país no tiene un brillante futuro por delante. Estamos dejando fuera a los mejores, a los más brillantes, a personas que viene con espíritu empresarial y a crear puestos de trabajo”.
Luis Cercós (LC-Architects)
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