El 21 de mayo de 2010, en este mismo blog iniciábamos una serie de artículos relacionados con lo que hemos dado en llamar “nuevas ciudades del mundo”, entendiendo por ciudad, no el concepto tradicional de urbe sino la acepción relacionada con una derivación metafórica vinculada a la relación de semejanza entre edificios, calles y sus correspondientes habitantes, con similares condiciones políticas, lingüísticas o socioeconómicas.
La serie se publicó con cierta asiduidad hasta el 22 de agosto de 2010 (http://lc-architects.blogspot.com/2011/06/medical-animation-heal.html) y en ella hablabamos, entre otras, de la ciudad fantasma (la formada por edificios vacíos y abandonados), la ciudad desigual (la habitada por desfavorecidos), la ciudad ilegal (habitada por gente sin derechos), la ciudad fracasada (formada por edificios a medio construir, deshabitados, arruinados o ejecutados) y, al hilo de lo que hoy quiero volver a recalcar, la ciudad financiera, aquella en la que sus ciudadanos son reconocidos, no por el lugar en el que nacieron sino por la clase económica a la que pertenecen: tanto tienes, tanto vales.
El artículo que hablaba de la ciudad financiera, terrible pesadilla, se publicó el día 27 de mayo de 2010:
Acabo de llegar al centro de recepción de visitantes de la ciudad financiera del BCST, la comunidad interestatal mejor calificada por el FMI. Mi pasaporte azul, el reservado a los trabajadores y familiares de las corporaciones del G24, me identifica como residente del primer mundo financiero y no preciso hacer las largas colas de acceso de quienes trabajan en empresas de la construcción (pasaporte naranja), en el sector servicios (pasaporte verde) o en entidades comerciales de ámbito local (éstos últimos sólo están autorizados a entrar en la ciudad financiera si muestran la preceptiva carta de invitación y, por supuesto, la necesaria tarjeta de crédito de color plata o superior).
En el mundo existen 35 ciudades financieras como ésta.
Se trataba, por supuesto, de un cuento inquietante (http://lc-architects.blogspot.com/2010/05/nuevas-ciudades-del-mundo-3-la-ciudad.html), pero absolutamente real y próximo. El País de hoy sábado (18 de junio de 2011, edición española, página 68), nos habla, como si de un avance significativo se tratase, cuando en realidad no es así, de la existencia de empresas que ya emiten (tampoco es gran novedad) papel-moneda a la manera de poderosos Estados libres y autosuficientes, de ámbito supranacional (Adrián Segovia):
Cualquier cifra que se tome de Facebook resulta impactante. Con un total de 900 millones de páginas y grupos o eventos que dan como resultado 30000 millones de piezas de contenido. Doscientos millones de personas juegan en la red social y ejecutan pequeños pagos (por ahí empiezan, por crear la necesidad de algo absolutamente innecesario), ya sea para abonar su granja virtual o para mejorar el restaurante ficticio. La empresa tiene una moneda propia que está evolucionando hasta el punto de convertirse en el estándar de transacción del servicio: los Facebook Credits.
Dice Christian Hernández, directivo de Facebook:
(El Facebook Credit) nació como una moneda virtual para que los usuarios realizaran pequeñas transacciones en los diferentes juegos. Era más sencillo con una moneda única. Ahora las marcas ofrecen más cosas. Una compañía promocionó el estreno de la película y para verla permitía pagar de esta manera. Cada día se suben miles de contenidos a la plataforma. Poco a poco, Facebook Credits se está convirtiendo en una moneda digital más amplia de lo pensado inicialmente.
Las compañías, negocio por supuesto, tienen la oportunidad de crear ingresos desde dentro del propio sistema. No contento solo con eso, el directivo confiesa ingenuamente, quizá ni él mismo se ha dado cuenta, de que Facebook está empezando a traficar (legalmente, pero a traficar) con seres humanos. Para que van a captar, convencer y contratar a insignificantes humanos, si es mucho más rápido y discreto, comprar directamente a las empresas para las que esos cerebros trabajan:
No nos planteamos adquisiciones de empresas de aplicaciones verticales. Si acometemos alguna compra de compañías es, principalmente, para incorporar (a su organización) el talento de los mejores ingenieros.
Pero ¡ojo!, quizá mañana, sin él mismo saberlo, este directivo que hoy es de Facebook mañana tenga que rendir cuentas ante el gobierno privado o los accionistas, pongamos por caso, de la China Mobile o el China Construction Bank.
Luis Cercós (LC-Architects)
http://www.lc-architects.com/