Nueve gacelas de invierno

Por Peterpank @castguer

1
Está la historia previsible. Barcos hundidos o a nada de hundirse. Pájaros con solemne vocación de fuga en una avenida a altas horas de la noche. Hombres tristes que desvarían en su tristeza y fabulan delirios. Sueños espléndidos que se malogran al poner el pie en el alba. Cielos de una pureza inasequible a la caída de la tarde. De lo que se trata es de registrar lo previsible. De enloquecer el pulso y manuscribir todos esos prodigios.

2
El invierno conquista mi corazón y lo invade de milagros. Inexplicablemente salgo al frío con la emoción que no me visitaba ya casi nunca, la que parece reservarse para otros asuntos que, en apariencia, revisten más relevancia y trascendencia. El frío, ese pequeño milagro de la mecánica de los astros, me bendice y me cubre. Vehemente, explico mi alborozo hoy a quien lo percibe. Le cuento los detalles, le abro el pecho y le dejo que escuche.

3
La boca sabe a resaca. Un ángel es un poeta más ebrio de lo previsto. El cielo es una conspiración de borrachos.

4
Sentí que me invadían las algas. Creí que era un personaje de Lovecraft. Temí que me viese Kafka y me mandase a consolar a Samsa.

5
Soy una gárgola. La catedral me crece debajo.

6
No creo en dios. No creo en los hombres de Harrelson. No creo en la supremacía blanca. No creo en los verbos irregulares. No creo en los lunes. Sobre todo no creo en los lunes.

7
Me sueño Leviatán. Dispongo de una biblia y de un coro arcangélico. Mi madre, preocupada, ha pedido consulta a un psicólogo. Mi padre le ha restado importancia. Hijo, cuida que la biblia sea del siglo XIX.

8
También el río es un poema.

9
Hoy el mar, a lo lejos, es un dolor suave. El cielo, aquí adentro, es una muerte dulce.