Los resultados de los ensayos clínicos realizados con liraglutida
demuestran que controla la glucosa de forma mantenida en el tiempo a la vez que
ayuda a reducir el peso y la presión arterial sistólica, y actúa
beneficiosamente sobre las células beta del páncreas, las productoras de
insulina. A diferencia de otras terapias para el control de la diabetes tipo 2,
cuyo efecto inmediato es el incremento de volumen, con liraglutida los
pacientes pueden perder entre un 10 y un 15% del peso. Este fármaco con una homología al GLP-1 (péptido
glucagón tipo 1) natural del organismo, una hormona secretada por el intestino
cuya función es regular los niveles de glucosa manteniéndolos en rangos de
normalidad. Cuando comemos, el GLP-1 se libera estimulando la secreción de la
insulina del páncreas y haciendo que el vaciamiento gástrico sea más lento, además
actúa a nivel del sistema nervioso
central favoreciendo la sensación de saciedad. En los pacientes con diabetes
tipo 2, se ha observado que la hormona GLP-1 está disminuida y, por tanto,
pierden la capacidad para regular los niveles de glucosa. La Liraglutida se
administra una sola vez al día de manera independiente de las comidas, no
requerir ajustes de dosis, no es preciso que el paciente se haga mediciones
diarias de glucosa.