Es una tendencia no apta para supersticiosas. Rompe la maldición y atrévete con el amarillo.
El color de la mala suerte se impone como uno de los colores por excelencia en armarios y en la decoración de interiores. Las claves sobre cómo usarlo son:
La calidez del sol, la intensidad que transmite y las ganas de verano lo convierten en el color más deseado. Es un tono que se asocia a la iluminación y al calor, sinónimo de alegría y positividad pero no hay que olvidar que, a lo largo de la historia sus pigmentos han ido sumando connotaciones ambiguas como envidia, odio, energía, fuerza, peligro, masculinidad… En decoración es una de las elecciones más arriesgadas de la paleta.
Jaime Beriestain, en una entrevista con la revista AD declara rotundo: “Uso el amarillo desde siempre, independientemente d elas tendencias de colores”. Su tono favorito es el RAL 1021 o amarillo colza y su consigna para utilizarlo es “solo en pequeñas dosis, porque es muy llamativo y puede quemarse si se usa en grandes superficies” y sigue “lo empleo como un guiño para dar un roque a la vez cálido, actual y fresco a los muebles que restauro”.
Un color que reinventa la alegría de los espacios, da carácter y suma estilo tanto en espacios generales como en infantiles.
Es arriesgado, sí, pero si la usas en pequeñas dosis escogiendo bien su lugar y los colores y piezas que le acompañan, será un éxito sin ninguna duda. Pepe Leal, en una entrevista con la revista AD aseguraba que “Como todos los colores fuertes, tiene mucha personalidad y, en exceso, puede llegar a cansar.”
Aportará menos seriedad a espacios clásicos. El amarillo es un color luminoso con el conseguirás darle un toque jovial a cualquier rincón. Eso sí, evita combinaciones extremas y réstale intensidad con estampados en blancos.
Una tendencia antitendencia que es toda una declaración de intenciones.
Fuente: Harper´s Bazaar, Cuore Stilo, Divinity, Nuevo Estilo y AD