Nuevos apuntes sobre gramática

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

La gramática es una disciplina que invita a la constante reflexión, incluso, sobre cuestiones aparentemente superadas.

En este artículo, el lector encontrará algunos nuevos apuntes que pretenden ir en esa línea.

Es posible definir la gramática como la disciplina que estudia las clases de palabras, las combinaciones entre ellas y las relaciones entre los resultados de esas combinaciones y los significados que puedan otorgárseles. Esas propiedades, combinaciones y relaciones pueden analizarse de diferentes maneras, hecho que dará lugar a que muchas gramáticas coexistan en una misma . En el caso de la nuestra, vale aclarar que, hasta la aparición en 2009 de la esperadísima Nueva gramática del español -obra con la que, de alguna forma, el tándem RAE/ASALE logró unificar criterios-, se publicaron un sinfín de tratados gramaticales, tantos que parecía que cada uno necesitaba de algún signo o rasgo diferencial para justificar su acaso repetida existencia.

El término gramática, no obstante, ha sido empleado hasta el momento desde más amplias perspectivas, perspectivas que, por cierto, pueden resumirse en las siguientes afirmaciones:

  1. La gramática es la estructura inmanente que constituye una lengua; consiste en un conjunto de elementos y en las relaciones sistemáticas que contraen entre sí y con el conjunto.
  2. Para Chomsky, la gramática (que él llama universal) es "una teoría del estado inicial de la facultad lingüística, previo a cualquier experiencia lingüística"[1]. De lo que podemos deducir que cada individuo posee una gramática mental.
  3. Una gramática es un metalenguaje de primer grado, lo que equivale a decir que es la descripción de la gramática en los sentidos (en cierta forma, es lo que podemos inferir de los dos puntos anteriores).
  4. Es una teoría para la descripción (gramática generativa, gramática relacional, gramática de la palabra, etc.), lo que la convierte en un metalenguaje de segundo grado.

En un sentido estricto, el contenido de la gramática se limita a la morfología y la sintaxis; sin embargo, para muchos autores comprende todos los aspectos de la (fonología, morfología, sintaxis, semántica, etc.), por la sencilla razón de que todos estos aspectos se interconectan en varios niveles (no solo en los fenómenos de estructura, sino también en los hechos de habla, ya sean estos textos, ya sean estos discursos orales). Esto es así porque la relación entre el significado y la expresión (fónica o gráfica) no es directa, sino que está mediatizada por diferentes grados o capas de estructuración que se distinguen por las unidades que los componen y por su estructura táctica, es decir, por el ordenamiento que las unidades asumen para sí. Las entidades y los esquemas se establecen mediante la operación de dos ejes de relaciones: el paradigmático (relaciones asociativas in absentia o eje de selección) y el sintagmático (relaciones in praesentia o combinaciones). Así lo expone Saussure en su clásico curso:

Nuestra memoria tiene en reserva todos los tipos de sintagmas más o menos complejos, de cualquier especie o extensión que puedan ser, y en el momento de emplearlos hacemos intervenir los grupos asociativos para fijar nuestra elección. Cuando alguien dice ¡cállense!, inconscientemente piensa en diversos grupos de asociaciones en cuya intersección se encuentra el sintagma ¡cállense! Este figura de un lado en la serie cállate, callemos, callaos, y sólo la oposición de cállense con estas formas determina la elección; de otro lado, cállense evoca la serie váyanse, acérquense, lávense, véanse, etc., de cuyo seno es elegido por el mismo procedimiento; en cada serie se sabe qué es lo que hay que hacer variar para obtener la diferenciación propia de la unidad buscada. Cámbiese la idea que se quiere expresar, y serán necesarias otras oposiciones para hacer aparecer un nuevo valor; se dirá, por ejemplo, ¡cállate! o bien ¡váyanse![2]

Los conceptos de paradigma y sintagma conforman el mecanismo básico de la constitución del sistema de habla, y como tales deben estar presentes en cualquier reflexión lingüística.

Ahora bien, en lo tocante al funcionamiento de este sistema, corresponde aclarar que las formas de una lengua se caracterizan por ser (o pretender ser) medios de expresión adecuados para transmitir significados. De acuerdo con este propósito, las relaciones entre grados o capas son de realización; por ejemplo, en Mi madre leyó la carta, el significado 'agente' de la 'acción' es realizado por la función sintáctica sujeto; no obstante, en La carta fue leída por mi madre es realizado por el complemento agente. Pero el sujeto también puede realizar otros significados: experimentar una percepción en Mi madre vio la carta; poseer o ser beneficiario de algo en Mi madre tiene la carta. Así pues, una construcción sintáctica puede entenderse como un esquema vacío que puede expresar diferentes relaciones semánticas mediante una mínima variación del léxico.

    Sobre las relaciones entre la gramática y el texto

En una de sus obras más difundidas, Hjelmslev estableció que los "objetos de interés para la teoría lingüística son los textos"[3], y que el fin de esta es alcanzar la comprensión del texto mediante un análisis coherente y exhaustivo. Consideramos que el texto es un objeto sintagmático formado por oraciones, y el criterio para este fraccionamiento, que a la vez define la oración, es la solidaridad de dos constituyentes: el suprasintáctico (la figura tonal) y el sintáctico (la palabra o el sintagma). El segundo constituyente, en tanto consecuencia del carácter estructurante del primero, es sintácticamente autónomo (no está incluido en otro mayor). La figura tonal, en cambio, instaura una unidad de sentido distinta de la significación léxica, por lo tanto, podemos pensar al primer constituyente como una modalidad.

Sin embargo, es a partir del reconocimiento de la oración en tanto unidad del texto como se abstraen las unidades y las relaciones que constituyen el contenido de la gramática:

  1. el conocimiento de los procesos sintagmáticos (formación de sílabas, formación de palabras, relación sujeto-predicado/verbo-objeto, solidaridades léxicas, etc.).
  2. el conocimiento de los sistemas o paradigmas (de fonemas, de categorías morfológicas, de esquemas oracionales, de campos léxicos, etc.).

Como dice Hjelmslev, "la existencia de un sistema [de sistemas] es condición necesaria para la existencia de un proceso sintagmático"[4], tanto en la oración como en el texto.

Ahora bien, sabemos que la lengua se ha desarrollado para satisfacer necesidades humanas, por lo que su organización es funcional. Las necesidades de los hablantes se manifiestan en la actividad lingüística como expresión o como comunicación (informar, influir en los otros, etc.), y no pueden concretarse ni comprenderse sin tener en cuenta el sistema. En el marco de la teoría pragmática, como lo demuestra este fragmento de Geoffrey Leech, la visión de la lengua es similar:

La lengua se compone de gramática y pragmática. La gramática es un sistema formal abstracto para producir e interpretar mensajes. La pragmática general es un conjunto de estrategias y principios para alcanzar éxito en la comunicación mediante el uso de la gramática. La gramática está adaptada funcionalmente a tal punto que posee propiedades que facilitan la operación de los principios pragmáticos.[5]

Sucede que el texto es predominantemente una unidad semántica, no una unidad morfosintáctica. Pero los significados no se realizan sino mediante expresiones. Como dice Halliday, "sin una teoría de las expresiones -es decir, sin una gramática- no hay manera de hacer explícita una interpretación del significado de un texto"[6].

La oración ha sido considerada tradicionalmente el contexto mayor de la gramática, ya que, dentro de sus límites, definidos por la entonación en el proceso del texto, se estructura mediante una jerarquía de funciones sintácticas en correlación con la inserción léxica y la operación de las categorías morfológicas. Además, el orden de las oraciones en el texto es decisivo para su constitución. Podemos deducir de esto que la oración es la menor unidad textual que no puede permutarse en la secuencia textual. Por ello, la gramática es al mismo tiempo gramática del sistema -representado en la oración- y gramática del texto, más allá de que a esta última se la quiera ver como una categoría diferente.

[1] Noam Chomsky. El conocimiento del lenguaje, su naturaleza, origen y uso, Madrid, Alianza, 1989

[2] Ferdinand de Saussure. Curso de lingüística general, Buenos Aires, Losada, 2005.

[3] Louis Hjelmslev. Prolegómenos a una teoría del lenguaje, Madrid, Gredos, 1971.

[5] Geoffrey Leech. Principios de pragmática, Universidad de La Rioja, 1998.

[6] Michael Halliday. An introduction to functional grammar, London, Edward Arnold, 1985 (la traducción es mía).

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