Un hombre, un vino, una isla. Cuántas paradojas. Giusto Occhipinti no nació en Sicilia. No es enólogo. Y en cambio, unas horas de charla con él bastan para entender todas las cosas importantes que determinan la Sicilia agraria, la Sicilia del cereal, de las cepas, de las olivas, de los rebaños de ovejas refugiándose del sol abrasador, de la esencia de la mediterraneidad. Sicilia entendida como continente vitivinícola: tantas variedades de terreno, tantas de uvas autóctonas, tantos climas y alturas de maduración, tanta gente distinta haciendo vino en ella desde tiempos púnicos. Sicilia es un continente, es un mundo, como todas las islas grandes de nuestro mar. Occhipinti (la O de COS, su bodega, de la que quedan, para nuestra suerte la C de Cilia, mientras que la S ya cayó) se me presenta siempre igual: como una isla, que es un continente, al que siempre me apetece llegar. Si es en persona, mucho mejor, por supuesto. Pero sus vinos también me sirven porque hablan de su tierra, de Ragusa, de Vittoria, del viento que sopla del suroeste, del mar, del suelo pobre pero bueno para las cepas (arena, calcáreo, sílice). Y lo hacen con claridad y frescura, sin tapujos y con alegría. La suerte estuvo de mi parte en esta ocasión. Hacía un año que no le veía y la Enoteca d'Italia (que distribuye sus vinos) nos invitaba a escuchar la presentación de alguno de sus vinos. ¡Hecha por Giusto! Quién se resiste a eso...Una fuente de sabiduría, de placer, de saber estar, de todo y sin mesura. Sicilia en un abrazo.
Una de sus máximas: "occorre bere senza pregiudici". Hay que beber sin prejuicios. Tanto como "hay que hacer vinos libres". Quizá esté COS practicando la primera vitivinicultura cuántica de la historia de la humanidad. No solo atiende a los principios de la biodinámica, también tiene bajo protección musical a todos sus viñedos y bodega 365 días al año. Cada cual piense lo que quiera, pero a mí me gusta la idea. Giusto confesó "he dejado ya hace tiempo la idea de cambiar al mundo. Intento solo cambiarme a mí mismo poco a poco". Aquí nos encontramos. En un proyecto de vino que se quiere lo más natural posible y sin apoyo alguno de insumos enológicos, lo suyo es una vinificación sin madera. ¿Qué quieres? ¿Fruta, territorio, clima y uvas? Que la fermentación arranque cuando quiera, que pare cuando quiera y que lo haga en maceraciones con pieles y en vasijas de barro semienterradas. Nadie piense que se trata de un esoterismo más: la vasija de barro hace trabajar al vino con mucha mayor rapidez que la madera. Si se cubren sus poros parcialmente, bajo tierra, el ritmo es mejor. Pithos Rosso 2011, un Cerasuolo di Vittoria en pureza (60% nero d'Avola, 40% frappato), que no es admitido por la DOCG porque se hace exclusivamente en tinajas (las de Juan Padilla, en Villarrobledo). Es un vino que me tiene el corazón robado: de suave extracción, grado medido (12%), envolvente y fragante, 2011 me atrae mucho más que 2010. Sabor de atardecer, de cerezas, frescor de agua del manantial. Tiene un punto vegetal alegre y amable (entre la zarza de la mora y la regaliz de palo apenas chupada). Es un vino perfumado y delicado, un vino que habla de abejas en un susurro, de monte bajo, de tierra calcárea. Me gusta mucho Sicilia. Me gusta mucho el sur de ese sur. Me gusta mucho COS. Y escuchar y beber un rato con Giusto Occhipinti fue un regalo de los dioses que viven en la Enoteca d'Italia.