Hoy se cumplen ocho años exactos de la publicación de mi primer post en este cuaderno de anotaciones. 1161 posts han pasado, casi 13000 comentarios se han publicado (todos contestados, salvo error u omisión...), 900 mil visualizaciones ha tenido la publicación. España es el país donde más se leen mis anotaciones, seguida de los Estados Unidos de América (segundo, muy destacado), Francia, Alemania, países escandinavos, China y México. Y etc.
No sé ya qué significan esos números ni qué valor tienen. Con el tiempo he aprendido que esto del blog no es una cuestión de tamaño: quién te lee, cómo recibe esa persona tu comentario, cómo lo utiliza después, es mucho más importante que cuántas personas te leen. Saber, de vez en cuando, quién es ese lector y poder charlar con él es mucho más importante que cualquier cifra. Que tus datos, tus "descubrimientos", tus opiniones ayuden y creen algo positivo (para quien hace el vino, para quien lo vende o para quien lo bebe) es mucho más importante que cualquier cifra. Es una cuestión de percepción cualitativa, no cuantitativa. Por desgracia (o no, quién sabe...), esa parte cualitativa de mi trabajo en el blog no tiene estadísticas y me llega sólo a través de pequeños fogonazos, muy personales, que producen sensaciones de placer y de pensamiento positivo: sea para quien sea, estás haciendo algo que ayuda a alguien. Esta idea me gusta y me ayuda a seguir adelante.
También he aprendido que no es una cuestión de periodicidad. Para los noveles: es falso que sea imprescindible publicar un post cada tres o cuatro días. Si te creas una obligación con un blog que pretende ser amateur al cien por cien, cometes un grave error. Hay que publicar sólo cuando se tiene algo que contar y se tienen ganas de hacerlo. Así de sencillo. Más bien creo, a ocho años vista y tras no menos de tres intentos de "suicidio bloguero", que se trata de una cuestión de estilo. En ocho años he entendido algunas cosas, he aprendido muchas más, he modificado, filtrado, corregido...He llegado a unas pocas conclusiones que definen, más o menos, mis contenidos y ese estilo:
1. Ya no tengo prisa en publicar. Un blog no es un periódico y lo más importante no es llegar antes que el resto de "competidores" (grave error considerar que los otros blogueros lo son), sino llegar bien, con textos meditados, reposados, corregidos y bien escritos.
2. No publico cualquier cosa porque toca y porque hace muchos días que no lo he hecho. Menos y mejor es más en casi todos los órdenes de la vida. En este, también.
3. Puedo escribir sobre vinos cuyos productores no conozco y sobre viñedos que no he pisado. He aprendido a hacerlo, cierto. Por razones obvias, al no ser un profesional del asunto, mi tiempo y mi presupuesto para viajes y visitas es limitado. Pero sé que mis posts ganan peso, sustancia e interés si hablo de personas con las que he charlado en sus bodegas y en sus tierras, de vinos que conozco de primera mano porque he tocado las cepas y el terruño donde se hacen. Conocer de primera mano las cosas mejora tu comprensión de las mismas y, en consecuencia, te permite explicarlas mejor.
4. Cuido mi redacción hasta donde llega mi competencia (tengo la suerte de que algunos amigos cazan con rapidez mis errores y me advierten) y la selección de las fotografías tanto como me es posible. Respeto los derechos de autor tanto como las citas. Si tomo prestado algo, lo identifico en el post con claridad. Cuido también la presentación y la compaginación. Un blog tiene que ser de lectura fácil y de visión agradable.
5. Sin un viñedo sano y bien cuidado no tendrás la mejor uva posible para hacer un buen vino. Hay que preocuparse por saber dónde nacen los vinos que quieres comentar. Pero mucho más importantes son las personas que los hacen. Cuando entiendes a las personas, entiendes sus vinos y el por qué de las cosas, en el viñedo y en la bodega. Eso intento transmitir desde hace ya tiempo. Cuando las empresas o las marcas ocultan el trabajo de las personas en los viñedos y en bodega, me cuesta más entender y, en consecuencia, tiendo a explicar menos.
Y no quiero aburriros más, Con estas pocas ideas (hace años, llegué a pegar auténticos palizones sobre metabloguerismo), me manejo bien ahora. Así voy a seguir, como no puede ser de otra manera, hasta que me canse y deje de encontrar motivaciones como las que he explicado al principio: con mi actitud y mis escritos, intento transmitir pasión por el vino, algo de conocimiento, sensaciones y muchas ganas de compartir. Andaba yo barruntando con qué vinazo me regalaba hoy en el cumpleaños del blog, cuando Jose Gallego (Marejol, en Vilanova i la Geltrú), su generosidad y amabilidad sin fronteras se cruzaron en mi camino. Me proponía (¡a mí y a otros 80 afortunados!) una cata vertical de Reserva Particular de Recaredo en el ambiente festivo y de amor por el vino de Temps de Vi. No voy a hablar de Caves Recaredo y de lo que las personas que llevan la bodega representan para mí: ya lo hice en su momento. He aprendido y disfrutado con ellos, con su sabiduría, humildad y grandes resultados como con pocas bodegas en el mundo. El vino del cumpleaños me encontró, pues, a mí, no yo a él.
Por este orden: 2004 degollado al instante por uno de los grandes, Jordi Mata, digno heredero de su padre. 2003 degollado al momento. 2003 degollado en noviembre de 2013. 2002 degollado hace dos años (de la Enoteca de la familia: no está a la venta). 2002 degollado al instante. 1998 degollado al instante (de la Enoteca de la familia: no está a la venta). Presentación a cargo del gran Ramon Francàs. Comentarios y anotaciones, técnicas y no, a cargo de Ton Mata (en la foto), digno heredero de su padre. Las sensaciones que regalan los grandes vinos de la casa siempre estuvieron presentes, aunque el trabajo por sacar el vino cada añada sea, necesariamente, distinto. Finura, sensibilidad, profundidad, emoción, tierra, elegancia, integración, evolución y envejecimiento que conservan y mantienen vivos los fundamentos de cada vino.
2004. Sigue sonando a añada excepcional. Pronto saldrá al mercado con el cupaje más o menos habitual (40% xarel.lo, 60% macabeo de viñedos plantados en los primeros años 50 del siglo XX). En las añadas más recientes, el degüelle al instante penaliza algo al vino: hay que tener paciencia. Con el 1998, por ejemplo, pasó mucho menos y se mostró con grandes cualidades ya de entrada. Con este 2004, hay que esperar, pero cuando se hace, muestra una acidez y una frescura que auguran largos, largos años de vida. Intenso, calcáreo y floral: retama y coca de Sant Joan. Goloso aunque su posgusto sea amargo y de nobleza vegetal. Talco. Piel de naranja. Amable y fino. 2003. El degollado al instante muestra el drama de la añada, la lucha intensa, el orgullo por salir adelante con un vino complicado que es más profundo y tiene una entidad única. No siempre salen igual las botellas...pero las de ayer mostraban en plenitud (sobre todo la degollada hacía seis meses) el valor del 2003: más levaduras, más sensación compotada, más mieles. Con los minutos y el oxígeno, los vinos ganan en frescura y en agilidad.
2002 degollado al instante fue el vino que más cerrado se mostró durante la noche. Con claridad (para mí...), comparándolo con el 2002 degollado hacía dos años, el ejercicio de anoche muestra cómo los grandes vinos de largo envejecimiento de Recaredo agradecen mucho un buen período de reposo tras el degüelle (de ahí, la importancia de esa fecha en la contraetiqueta de cada botella) antes de ser bebidos. Éste mostró una preciosa mineralidad de talco, calcárea; una intensidad enorme; una fragancia de tilo y, a ratos, de hinojo silvestre y sutiles trazas de miel de romero. Amable y aromático. 1998, el otro vino de Enoteca que sólo se puede beber cuando la familia así lo decide (de ahí, lo tremendamente afortunados que los presentes nos sentíamos: tres enotecas en una sola cata...), degollado al instante, muestra cómo los años perjudican cada vez menos ese bellísimo ejercicio del degüelle in situ. 1998 muestra una madurez excepcional, roscón de Reyes, mazapán, fruta escarchada tanto como frutos secos, miel de caña, hidrocarburos, infusión de manzanilla. Un enorme equilibrio y mucha elegancia. El gran vino gastronómico de la noche, un vino para todo.
Nadie lo sabía, pero me hicieron el mejor regalo de octavo cumpleaños del blog. Aunque sea de esta forma, la única que puedo utilizar, quería compartirlo con vosotros. Mil gracias por seguir ahí.
Joan