Ocho puntos clave para leer la prensa científica

Por Saludyotrascosasdecomer

Es muy habitual quejarse de lo malos que son los periodistas cuando hablan de temas relacionados con la salud. Lo más normal es tacharlos de "poco rigurosos" o "nada científicos". Pero lo peor es que muchas veces los argumentos para meterse con su labor distan mucho de ser científicos.

Para evitar dejarnos encantar por los cantos de sirena de unos y otros, NHS Choices, un impagable servicio que el National Health Service británico ofrece a sus profesionales, nos da las pistas principales para leer un artículo de prensa sobre salud sin desesperarse. A saber:

  1. Fuentes científicas. Desconfía de todo artículo periodístico científico que no cita la fuente de lo que asevera.
  2. Pero, claro, no todo vale. Por ejemplo, un mero resumen de un congreso no puede considerarse una fuente científica. Al menos no definitiva. Esencialmente por cuatro motivos: los resultados que se presentan en congresos suelen ser resultados parciales o preliminares, remitidos apresuradamente al congreso antes de que finalice la fecha límite de remisión de resúmenes; en 250 palabras no se pueden aportar detalles imprescindibles para poder analizar críticamente la validez de los resultados de un trabajo de investigación; los resúmenes no suelen estar sometidos a revisión por pares, mecanismo importante de control de calidad; y los congresos ya sabemos, a veces son más un punto de encuentro (financiado por la industria) entre periodistas e investigadores que un verdadero foro científico.
  3. Las investigaciones en ratas o en células madre tampoco valen. Ni somos roedores ni un simple conjunto de células (ni padre ni madre ni nada).
  4. Las poblaciones muestrales pequeñas esconden las miserias de la investigación. Busca la N grande, ande o no ande. El tamaño aquí sí que importa. Los estudios realizados en un puñado de personas generalmente obtienen unos resultados por mero efecto del azar.
  5. Si la noticia de lo que te habla es que una cosa funciona mejor que otra (o que no hacer nada), ya sabemos, no vale un estudio cualquiera. Ensayo clínico aleatorizado y controlado. Para todo lo demás, mastercard.
  6. Que no te den gato por liebre. Si el recorte de prensa pretende hacerte ver que un producto (pongamos el danacol) es bueno para el corazón no vale con que te baje el colesterol: debe haber demostrado que evite problemas de corazón. Cosa que hasta la fecha no ha demostrado el yogurín. Pura falacia que se aprovecha de la imaginería preventivista. Ni caso.
  7. Ojo con los conflictos de interés. Ni los periodistas están exentos de ellos. Si el periodista es un freelance y declara sus potenciales conflictos de interés tiene dos puntos ganados. Si no cumple esas dos premisas se la presupone, por ahora, la inocencia, aunque cada vez, como siga la cosa así, menos.
  8. No mates al mensajero. Aunque muchas veces son ellos los que malinterpretan o sesgan las noticias, la mayoría de las veces se basan en lo que los investigadores les pasan a través de las notas de prensa. Recuerda: el que investiga sobre cosas irrelevantes o publica estudios falsos es el científico, no el periodista...

Ahora sí. ¡Estamos vacunados contra la mala prensa científica!

(Foto: hypodermic needle, de stevendepolo)