Su padre y su abuelo, perteneciente este último a una de las cuadrillas que convivió con la del Tío Tocino, reconocido dulzainero y esquilador también de Abades, le enseñaron bien el oficio, por lo que antes de comenzar a esquilar a tijera a una oveja recién parida, se santiguó, y comenzó con calma y pulso firme.Tras los primeros cortes, dedicó al público asistente algunas explicaciones sobre las partes del cuerpo de la oveja que iba esquilando, y al final, todos entonaron la Salve, en la versión que él conserva de su padre. Aquí os dejo una foto del momento de su intervención.
La conversación con Geminiano derivó en otros detalles sobre el oficio, pero hoy traigo al presente el primero de los artículos que publiqué en la Revista Páginas Segovia en mayo del año 1997 y que titulé con la letra de una cancioncilla que entonaban los esquiladores de Arcornes, ¡que yo no quiero, la quieta ovejita/ que yo no quiero, por cortarte la lana cortarte el cuero!. Pincha en el siguiente enlace: Esquiladores (I).