La iglesia de Santa Bárbara se terminó de construir en 1913 para dar servicio a una fábrica de explosivos que había en Llanera (Asturias). Por entonces alrededor de las fábricas se construían las casas de los trabajadores, los colegios y también las iglesias..
La Iglesia fue propiedad privada y no perteneció al episcopado por eso se pudo comprar hace relativamente poco.Lo más interesante son los impactos de bala, huellas y demás que hay en la estructura. Y es que durante la Guerra Civil fue un frente de guerra debido al interés de ambos bandos en la pólvora, la fábrica estuvo en manos del bando franquista llegando incluso a colocarse un francotirador en el campanario.
Terminada la Guerra Civil española, la empresa cerró y el conjunto fue vendido a una sociedad privada para construir allí un polígono industrial. En principio fue derruido todo el conjunto salvo el templo. Luego llegarían propuestas como convertirlo en algún negocio de hostelería, también para hacer unas oficinas y alquilarlo a otros negocios. Con el tiempo llegaría el olvido y abandono, pero la vida útil del edificio dio hace unos años un inesperado giro que culminó con el trabajo del artista urbano Okuda.
Fue en 2007 cuando el colectivo Church Brigade decidió montar una rampa de skate en este edificio abandonado. El arte urbano de Okuda, cántabro de madre asturiana, puede verse en casi todo el mundo, pero cuando descubrió a través de Facebook que esta iglesia había sido desacralizada y convertida en una skatepark, quiso plasmar su obra en ella.
Bajo el nombre de Kaos Temple ha trasladado en este proyecto su habitual explosión de color a un edificio religioso y de estilo clásico, que en el siglo XXI ha perdido su credo para transformarse en templo del patín. Es justo la perfecta simetría entre las bóvedas de la iglesia y las rampas de skate lo que hizo que Óscar San Miguel, conocido como Okuda, se enamorara de este proyecto.
El artista contactó con Church Brigade a través de un amigo común y lanzó una campaña de micromecenazgo en Verkami. Con el dinero financió los costes necesarios para esta obra, gestada en la bíblica cifra de siete días. Había especial interés en que la idea saliera adelante. "Este proyecto tiene para mí un valor sentimental que le hace único. Está justo al lado de mi tierra, a una hora de casa de mis padres, mientras que casi todos mis proyectos grandes están fuera de España", cuenta el artista. La campaña esperaba recaudar algo más de 24.000 euros pero finalmente RedBull decidió ayudar en esta iniciativa y así se creó este lugar mágico donde confluyen arte, skate e innovación.
El particular estilo de Okuda, que él mismo define como "colorista y geométrico", parece trasladar el lenguaje propio de las cristaleras de la iglesia fuera de los ventanales, para colocarlos en los arcos y bóvedas del edificio. Su intención es la de representar su propia religión, libertad y estilo de vida.
Okuda está muy acostumbrado a obras de gran formato como la de este lugar, ya que crea un par de murales al mes de al menos tres pisos de altura. "Me siento muy cómodo adaptándome a soportes tan clásicos como una iglesia. Ese contraste entre pintura contemporánea multicolor y la arquitectura clásica y cruda de la piedra es lo que más me ha impresionado y emocionado de este proyecto"..