
Tuve la suerte, la emoción también, de ser la primera persona que visitaba sus dos primeros viñedos en propiedad en la Rioja Alavesa, justo una semana después de haber firmado la escritura. Están en Navaridas, a 490 msnm, casi en llano, con cepas en vaso y un marco de plantación de 1,5 x 2m. Buena densidad para unas plantas que, en la parte más vieja de viñedo, son como mínimo de 1920. Y con lo que más le gusta a Olivier: el ensamblaje está ya en el viñedo, con cepas mezcladas de tempranillo, viura y mazuelo. Recuerda este nombre, La Losada, porque algún día verás un vino con él estampado en la etiqueta. Será con letras negras sobre fondo blanco. Ese fondo te dice que Olivier trabaja el viñedo, las uvas son suyas y controla todos los procesos del vino hasta la botella. Como sucede, por ejemplo, en el Alto Redondo (Dicastillo, DO Navarra), tres terrazas de garnacha y, pronto, también de mazuelo (de selección masal), que no llegan a la ½ Ha. 2012 fue un mal año, apenas 20 kg. No habrá vino. Pero 2011 se ofrece (monovarietal de garnacha), todavía en barrica, como un vino de extraordinaria finura, volumen en boca y todos los aires del monte bajo que alimenta esas cepas viejas (sobre los 80 años), tomillo sobre todo. También lleva letras negras sobre fondo blanco Basquevanas, el albillo de Covarrubias (DO Arlanza), uno de los grandes blancos de este país, un vino que en la añada 2009 es grande (las pocas botellas que quedarán: melisa, trufa blanca, ceniza de sarmiento, heno cortado, fino y largo, buena evolución), pero que en 2010 dará todavía más alegrías: más acidez, volumen, amplitud en boca, proteínas. Un vino hecho para demostrar lo que más le gusta a Olivier en un vino: que envejezca mucho y bien. Si le dejamos, claro…
