¡Qué cierto el dolor físico que se siente ante un desgarro emocional! Y también qué verdad que ese dolor no siempre desaparece del todo. Aprender a vivir con él, escucharle unas veces, distraerle otras…
¿Olvidar? Se decía. Olvidar es dejar que la huella del tiempo se quede a la deriva
Dolió. Nadie lo pudo negar. Dolió tanto que en un principio parecía insoportable esa sensación de ardor en su interior. Al principio, pasaba los días luchando contra la inercia de la resignación y las noches revolcándose en la cama, preguntándose qué fue lo que hizo mal o, aún peor, qué le faltó por hacer para que todo hubiera acabado como acabó.
Se le fue la juventud en un abrir y cerrar de ojos. Y ahora que no tenía ilusiones que perder, se sentó a mirar la nada y a escuchar el silencio de su pequeño mundo. Fue ahí cuando se imaginó en su vieja bicicleta, amiga fiel, pedaleando sin rumbo fijo y sudando las gotas de agua que no lograban salir de sus ojos, como no fuera picando una cebolla.
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