¿Sabéis de esas cosas que tienes pendientes por hacer desde hace mil quinientos años? Pues yo tengo cuatrocientas de esas, y una de ellas era renovar una cómoda que me dieron mis vecinas hace unos años porque ellas ya no lo querían, a primera vista no tenía mucho potencial ni mucha ciencia el tuneo, pensaba pintarla en blanco y punto pero mi fiebre por el crochet ha hecho mella...es peor que la que me dio por el washi tape...
Como veis la cómoda necesitaba una urgente rehabilitación, este mueble tiene historia y se notaba en su aspecto, mis vecinas me lo dieron por si lo necesitaba para mi casa, pero a ellas se lo había dado otra amiga anteriormente, muchos años de meneos y eso le había pasado factura, por lo que necesitaba un tratamiento de choque.Pensé mucho en cómo hacerlo, lo primero lo tenía claro, darle un lavaíto, lija, y capa de pintura blanca, especialmente en los horrorosos bordes verdes, lo demás fue surgiendo sobre la marcha.
¿Por qué crochet? Porque últimamente estoy viciadísima al crochet, soy toda una principiante pero me encanta pasar mis ratos muertos con el ganchillo. En un primer momento, se me pasó por la cabeza pintar cada pomo con un color, pero no me salía rentable comprar tantos botes de pintura que después dejaría muertos de risa, así que me armé de valor con el crochet. Y oye, quedó bien y yo feliz.Además es lo más fácil del mundo, lo hice empezando con anillo mágico de 12 puntos por la medida de los tiradores y después todo puntos bajos hasta llegar al final y cerrar tal cual, sin disminuciones ni ná.
El washi tape fue un poco por la cara, a algunas os horrorizará pero las que me conocéis sabéis que no conozco eso del menos es más y mi madre mucho menos, así que puse una tira de washi tape en el borde de cada cajón del color del pomo que le correspondiese.
El después es un win en toda regla, me encanta cómo un mueble tristón sin gracia ninguna se ha convertido en una pieza clave de mi cuarto, aportando mucho color que lo tenía un poco sosaína.
Ahora cuéntame qué te ha parecido ;)