Los ponentes, procedentes de las Universidades de Amberes, Lovaina y Lieja, mostraron que alrededor del 20% de las 750 personas que habían sido eutanasiadas en 2008, sufrían de trastornos neuromusculares, con órganos relativamente buenos para ser transplantados. Esto podría remediar la escasez de órganos en Bélgica. No quedó claro en su comunicación cuantos pacientes habían sido sacrificados.
La eutanasia para el transplantes es algo diferente, pues los médicos prefieren que los pacientes fallezcan en el hospital. Ya hay desarrollado todo un protocolo a seguir para el procedimiento. Tiene que haber una estricta separación entre la petición de eutanasia, el método a seguir, y la extracción de órganos. Con el previo consentimiento del donante y sus familiares, por supuesto. La eutanasia se lleva a cabo por un neurólogo o por un psiquiatra; después del diagnóstico clínico de muerte realizado por tres médicos, tiene lugar la extracción de órganos.
Dentro de una ética utilitarista, parece que este sea el último paso en la eutanasia por compasión, así los pacientes, a los que se les priva de la vida, se sentirían útiles a los demás. Un paso más en la deshumanización de la medicina que practican algunos.