Los calcetines, por ejemplo, llevan usándose desde hace miles de años. Las primeras alusiones a ellos aparecen en al año 700 a. C. en un poema del griego Hesíodo. Estos calcetines, que estaban hechos de fieltro, no eran precisamente cómodos.
Las camisas con cuello son un invento relativamente reciente. Cecil Cee, un sastre londinense, estaba harto de las protestas de los clientes, a los que no les agradaban las camisas que se tenían que poner por la cabeza y que tenían cuellos separados que luego tenían que abrochar. Por ello, en 1932, este sastre ideó una camisa con botones que llevase el cuello cosido, de tal modo que pudiera ser puesta como una chaqueta.
Los botones, por su parte, son bastante antiguos. De hecho, Ötzi (el hombre del año 3000 a. C. que quedó momificado en los Alpes), llevaba algo parecido en su ropa. Sin embargo, por aquel entonces, los botones se usaban, sobre todo, con fines decorativos y solían estar hechos de metal. Los botones tal y como los conocemos hoy día fueron inventados en Alemania en el siglo XIII, extendiéndose al resto de Europa cien años más tarde.
Los bolsos, esos accesorios imprescindibles en la actualidad, no aparecieron hasta el siglo XVIII, cuando los modistos empezaron a fabricar ropa refinada y elegante que, con frecuencia, carecía de bolsillos. Así, los bolsos se inventaron por necesidad, pues en algún sitio había que guardar lo que antes se llevaba en el bolsillo.
Las camisetas, prendas básicas e informales, tienen un origen confuso. Existen dos teorías acerca de su invención: la primera de ellas dice que las camisetas fueron un invento británico (la clase pudiente del siglo XIX permitía a los criados llevar camisas cortas de lino para servir el té, dado que las manchas que deja esa infusión no son sencillas de limpiar. Nacerían, así, las Tea-shirts). La segunda hipótesis relata que las camisetas nacieron en EEUU (luego las popularizaría James Dean) donde los soldados las utilizaban como ropa interior. Como tenían forma de T, fueron bautizadas como T-shirts (nombre que recibe en inglés esta cómoda prenda).
Las chanclas están muy de moda y son imprescindibles en el periodo estival pero... ¿cuándo se usaron por primera vez? Hay que buscar los antecedentes de este calzado en el Antiguo Egipto, donde ya se empleaban sandalias que dejaban los dedos al descubierto. También en Japón se utilizaron las chanclas desde tiempos remotos.
La corbata, para unos, sinónimo de distinción y elegancia; para otros, todo un incordio. Hay evidencias de la existencia de este complemento en culturas como la egipcia, la griega o la romana. Sin embargo, se popularizó en Croacia en el siglo XVII. Cuando una tropa del ejército croata desfiló por delante del rey francés Luís XIV portando esta peculiar prenda, el monarca quedó tan entusiasmado que no tardó en incorporarla a su propio vestuario.
En cuanto a los guantes, fabulosos aliados contra el frío, se empleaban ya hace mil quinientos años. Aunque no se sabe a ciencia cierta desde cuándo se usan estos prácticos complementos, los más antiguos de los que tenemos constancia, hallados en la tumba del faraón Tutankamón, no se empleaban para protegerse del frío, sino que eran utilizados en ceremonias y rituales.
La minifalda nació en medio de la polémica. Hasta su invención en 1962, las faldas solían llegar hasta las rodillas. En 1962 apareció en portada de la prestigiosa revista Vogue la primera minifalda, creada por Mary Quant. A pesar de que sobre la modista cayó un verdadero aluvión de críticas, pronto esta prenda consiguió muchas seguidoras, sobre todo, entre las mujeres jóvenes.
El monedero, como es de esperar, nació al mismo tiempo que las monedas, pues se precisaba algo para guardarlas. Los primeros y rudimentarios monederos fueron saquitos que se llevaban atados al cinturón y se cerraban con una cinta de cuero. Durante la Edad Media lo habitual era guardar el dinero en una bolsa de piel de gato.
Los primeros relojes de pulsera fueron diseñados para las mujeres. Al principio se empleaban los relojes de bolsillo, hasta que Louis Cartier construyó en 1904 el primer reloj de pulsera para que las damas acomodadas pudieran lucirlo como un complemento o una joya más.
A pesar de que en la actualidad sólo los usan las mujeres, los primeros zapatos de tacón los llevaron los carniceros del Antiguo Egipto, para evitar pisar la sangre derramada sobre el suelo. También los jinetes de Mongolia empleaban zapatos de tacón para subir a los caballos con mayor facilidad. Catarina de Medici popularizó este tipo de calzado en el siglo XVI al lucirlos el día de su boda. Como los trabajadores no se podían permitir el lujo de llevar unos zapatos tan incómodos, se convirtieron en un indicador de la clase social.
Seguramente, la próxima vez que abramos nuestro armario para coger una camisa, una minifalda o unos zapatos, nos pararemos a pensar que estamos ante prendas con mucha historia a sus espaldas.
Publiqué este post por primera vez el 07/11/2011 en el blog "Sobre curiosidades"