En la facultad, me enseñaron la importancia de ver, oír y tocar a los pacientes, que ofrece dos ventajas. La primera es que la exploración física permite sacar muchos datos de la enfermedad y la segunda es que el paciente se siente reconfortado al ver a un médico.
Los profesores que me enseñaron esto pondrían el grito en el cielo si les contara las prácticas que están llevando a cabo algunos otorrinos en regiones como Alaska o Australia.
Alaska y Australia son lugares del primer mundo con una baja densidad de población en los que la visita presencial al médico puede suponer costosos y difíciles desplazamientos debido a la distancia y a las condiciones climáticas. Es el marco perfecto para el desarrollo de modelos de relación médico-paciente a través de internet.
Varias publicaciones han señalado las ventajas que supone el modelo telemédico, que son comodidad para todas las partes, seguridad en el proceso diagnóstico y terapéutico (entendida como tasa de errores comparando con una consulta presencial) e importantes reducciones de costes directos e indirectos.
El funcionamiento es el siguiente: quiero ver a mi otorrino, que está a cientos de kilómetros. Como el desplazamiento es difícil, el otorrino me hace las preguntas pertinentes por internet o se pone en contacto con mi médico o enfermero de atención primaria para que me las haga. Del mismo modo, si está indicada alguna exploración, el otorrino dice al médico o al enfermero más cercano cómo hacérmelas y, si necesita alguna foto, mi médico o enfermero las hace y se las envía en el momento. Entonces el otorrino pide los estudios complementarios que crea necesarios y estudia los resultados sin aún haberme visto la cara. Me pone tratamiento y, si considera que debo operarme, nos conoceremos en el propio quirófano, el día de la intervención.
A los médicos defensores de la exploración presencial y partidarios de la consulta cara a cara, entre los cuales por ahora me incluyo, nos cuesta trabajo aceptar este nuevo método. Argumentamos, recordando los preceptos aprendidos en la Universidad, que la exploración presencial es más efectiva y que, además, el paciente busca el contacto personal, que aporta consuelo espiritual.
Pero cuando leemos estudios en los cuales se demuestra estadísticamente que la medicina a distancia es igual de segura que la presencial y comprobamos cómo cada día hay más pacientes que intentan cuidar su salud a través de internet de forma independiente del médico, los dos argumentos anteriores se desmoronan.
Y, en esos momentos, los que creemos que el modelo actual dista aún mucho de la perfección, nos planteamos la veracidad de las lecciones aprendidas en las clases cuando teníamos veintipocos años de edad.
Foto: Alaska según Google Images.