Y ahora, que ya somos reales, yo ya no escribo. Y no es por no escribir, Celia, pero es que a veces no sé de qué. Mi vida ha cambiado mucho y de repente soy una experta en créditos hipotecarios, prestamos personales, reformas, recibos del IBI o de la ironía de pagar un impuesto de basuras más caro mientras los que hacen el trabajo reciben cada vez menos dinero. Y como el blog era para hablar de cosas que nos gustan, a veces no encuentro la inspiración, y aunque me gustan mi piso y mis muebles no se cómo hacer para que la burocracia suene hermosa.
Pero ahora tenemos una tienda, aunque yo sólo sea propietaria en mi corazón. Y eso es algo que celebrar. Así qué intentare olvidar mis jornadas laborales interminables y mis deudas, y hablarte de las cosas que me gustan. De las cosas que nos gustan. Te prometo que intentaré sacar un huequillo a menudo para hablarte en este sitito virtual que compartimos. Gracias por invocarme. ¡¡Mucha suerte!! Y recuerda, paciencia, Amancio también empezó así.