Palabra escrita: los albores del Mediterráneo

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Descifrando la escritura de una lengua residual abrimos el camino hacia el entendimiento de una mentalidad cultural milenaria que hoy en día está en ruina.

Son encantadores los antiguos logogramas que parecen hablar un lenguaje diacrónico, y los silabarios que esconden en sus ángulos la sabiduría del remoto "tiempo del ensueño".

Delimitaciones

Antes de empeñarnos en este largo viaje entre las eras y las latitudes del mar Mediterráneo, es esencial delimitar el espacio y el tiempo: omitir las referencias a los jeroglíficos egipcios del IV milenio a.n.e. o la escritura cuneiforme de Mesopotamia del mismo período -aproximadamente- que abarca también el área cultural mediterránea de la costa siria, o incluso evitar el análisis del etrusco, el paleosardo, el ligur o el rético de Italia, no indica un valor inferior o un interés menor; el objetivo de este artículo es una presentación en paralelo -y de ninguna manera una comparación, sino únicamente unas referencias a las analogías- de las escrituras prehelénicas del Mediterráneo oriental y las paleohispánicas por el otro lado, el occidental, de este mismo mar. (Las escasas comparaciones que aparecen en este texto se refieren únicamente a escrituras pertenecientes al mismo grupo lingüístico, y nunca entre España y Grecia.) Es una trayectoria histórica que comienza a principios del II milenio a.n.e. y acaba -o mejor dicho, se transforma- entre los s. VIII y VII a.n.e. El signario del disco de Festo, y los silabarios del lineal A y del B, de la escritura de Arjanes (lineal C), de la chipro-minoica y de la eteocretense, junto con el signario de Tartessos (paleohispánico sudoccidental) y los semisilabarios mixtos de las demás escrituras ibéricas nororientales, las surorientales, las celtíberas y el alfabeto greco-ibérico arman una encantadora polémica entre los eruditos de la arqueología y de la lingüística del período protohistórico.

Cabe referir aquí que tampoco hablaremos de los alfabetos fenicio, helénico clásico y romano, dado que ellos pertenecen a épocas y contextos históricos diferentes. Solo veremos aquí algunas de sus influencias. En esta breve investigación enfocaremos en la escritura de la península ibérica prerromana y en la de la Grecia protohistórica.

Nos limitaremos en breves referencias lingüísticas que derivan de sus correspondientes contextos históricos, presentadas de una manera accesible por los lectores no especializados en paleografía.

Estas escrituras han sido objeto de un intento de interpretación, a veces incluso benévolo, por parte de no expertos, con todos los resultados negativos que, por supuesto, ello conlleva. La verdad es que estas grafías también han sido maltratadas a nivel internacional, ya que a menudo son abordadas de una manera completamente acientífica por investigadores que no tienen el conocimiento requerido o se guían por tendencias obsesivas de un desciframiento falso o, peor aún, son manipulados por unos puntos de vista de la propaganda nacionalista, incluso de algunas universidades, en un esfuerzo por vincular el idioma y la escritura con sus países de origen o financiación.

En fin, el punto de interés de este artículo es la escritura, y no la lengua que esta representa.

Habiendo delimitado de este modo nuestro enfoque, empezamos a continuación con un breve estudio del signario del Mediterráneo oriental, y específicamente del período prehelénico de la Creta minoica.

La escritura jeroglífica en Grecia

Creta, la mayor isla al sur de Grecia era -y sigue siendo- un depositario de los orígenes de la civilización europea. La mitología helénica narra que Europa, tras su secuestro por Zeus -el rey de los 12 dioses del Olimpo- dio a luz a Minos -el fundador semilegendario de la civilización que lleva su nombre. Producto de esa cultura minoica, que floreció a finales de la Edad del Bronce, fue el disco de Festo, un artefacto de arcilla con signos de una escritura, cuyos sonidos quedan aun ocultos.

Es un objeto circular, hecho de arcilla cocida a alta temperatura, que lleva 45 signos jeroglíficos los cuales, repitiéndose en una secuencia en espiral y por ambos lados del disco, forman 61 "palabras", separadas entre sí con líneas verticales. Εn lo que se refiere al tipo de escritura, se trata de un texto particular, y de eso se deduce que el disco de Festo está escrito en un lenguaje que nada tenía que ver con el idioma que hablaban los habitantes de la Creta minoica. Total, aparecen 242 caracteres imprimidos con sellos sobre la arcilla suave antes de su cocción, hecho por el cual el disco de Festo se ha caracterizado como la primera imprenta portátil de la Humanidad, más de 3.000 años antes de la de Gutenberg. Pero hay también unos signos que han sido grabados con una herramienta puntiaguda. La lectura es dextroversa y va desde fuera hacia el centro.

Estas tres primeras partes del texto consisten en 5 / 3 / 3 / 3 efigies, cuyo posible significado -según Godard- es el siguiente: cabeza con casco, escudo, garrote, caminante, esquina (herramienta de carpintero) / colmena o palacio o templo, lomo de buey, escudo / gato u otro felino, agua o correa (cinta o cinturón), casco / felino, felino, abeja. Es obvio que con estas explicaciones no puede salir un sentido coherente, por eso, los arqueólogos y los lingüistas asumen que cada pictograma de esos tenía un valor silábico. Es posible que este primer signo [nr. 02 en la clasificación lingüística] (= hombre o guerrero con peinado), designe que la siguiente palabra es una persona. Otros científicos indican que tiene el valor fonético de la vocal " a" y que presenta similitudes con los guerreros "Denyen" que vemos en los relieves egipcios. El segundo signo

[nr. 012] (= escudo), tiene el valor fonético " qe ". (A. Tsagrakis, Atenas, 2019 : 622-624) Además, observamos que ninguna palabra consiste en 1 signo solamente.

Diez de los símbolos del disco de Festo presentan similitud con un número correspondiente de logogramas de la escritura posterior que se llama lineal. Veamos a continuación 5 de ellos:

Entre los esfuerzos que se han realizado para descifrar ese texto, hay una teoría -la llamada protojónica-, según la cual, el disco de Festo fue hecho en una de las islas de la cultura cicládica del mar Egeo, cuyos orígenes se remontan hasta el IV (y de acuerdo con algunos científicos, hasta el V) milenio a.n.e. Es importante referir aquí que en el mismo sustrato de la excavación en el repositorio sagrado del palacio de Festo, fue encontrada una tablilla con el silabario de la escritura lineal A, que era usada para los archivos administrativos del período minoico en Creta. Esos dos artefactos datan desde 1800 y 1600 a.n.e. -fecha aproximada, esta última, de la erupción del volcán de la isla griega de Santorini, es decir, dos siglos antes del comienzo de la decadencia de la civilización minoica y del comienzo de la micénica

Es posible que la escritura lineal A de Creta, hubiera provenido de la jeroglífica de Festo, pero eso todavía no se ha aprobado científicamente. Las posibles similitudes entre los esquemas no indican necesariamente sonidos idénticos (homógrafas ≠ homófonas). Comparando esas dos escrituras -la jeroglífica del disco de Festo y el sistema lineal A-, observamos que la del disco de Festo presenta una gran cantidad de sufijos que forman rimas, mientras que el lineal A tiene muchos prefijos. Así, el texto del disco parece ser poético, quizás un hino o una súplica / plegaria a los dioses.

Volveremos, en los próximos párrafos, a hablar de la escritura lineal A y a analizar -en breve- algunos de sus elementos esenciales, pero antes de eso, veremos uno de los sistemas de escritura de la península ibérica.

Tartessos y los semisilabarios en la península ibérica

Pasemos, ahora, a ver de modo paralelo -pero no comparativo- la escritura tartésica, quizás la más antigua de las paleohispánicas, la cual fue usada 1200 años más tarde que la del disco de Festo, en Grecia.

Hecateo de Mileto, Heródoto de Halicarnaso, Tucídides, Estrabón y otros historiadores y geógrafos de la Antigüedad clásica griega y romana hacen mención especial a Tartesos, una ciudad-puerto al sur de la península ibérica, que comprendía el área cultural entre Sevilla y el Algarve portugués -es decir, después de las Columnas de Hércules (Gibraltar)- que según ellos era el fin de la Tierra, donde vivía el mónstruo marino Muraena Tartesia. Esa ciudad debía su impresionante riqueza a la explotación de los yacimientos de estaño, cobre y oro cerca del río Betis (Guadalquivir), que en fin la destruyó tras una inundación.

Los jeroglíficos cretenses se desarrollaron en una escritura lineal, dividida en tres silabarios. De modo parecido, existen tres sistemas de escritura paleohispánica, siendo una de ellas la de Tartessos del siglo VII u VIII a.n.e., que se conoce también como sudoccidental o sudlusitana. El valor fonético de sus signos no se ha descifrado todavía, pero los científicos afirman que este sistema de grafía registraba una lengua que no ha sido relacionada con ninguna de las ibéricas conocidas. Hay quien opine que el silabario tartésico tenga sus raíces en el fenicio o el griego, pero nada se puede referir con seguridad. Y de eso se deduce que el nombre de Tartessos y su adjetivo derivado (tartésico, -a / -s) es una denominación por analogía que se ha atribuido a esa remota cultura en base a las referencias de los antiguos geógrafos e historiadores, cosa que ha sido también aplicada a la civilización minoica de la Creta prehelénica.

Como los dos tipos de escrituras paleohispánicas, la tartésica también se considera mixta: combina un grupo de signos silábicos para las consonantes con otro alfabético para las vocales. Eso le da la cualidad de semisilabario. Su dirección es dextroversa.

Una importante excepción ha sido el signario de Espanca (Portugal) -quizás más antiguo que el de Tartessos- que es sinistroverso:

De una manera parecida funcionaban también las escrituras lineales de la Grecia protohistórica que veremos a continuación.

Pelasgos: la escritura de unas épocas remotas

Según los griegos antiguos, los pelasgos eran sus antecesores. Hoy en día, los arqueólogos afirman que el problema lingüístico de ese antiguo pueblo no se podrá descifrar. El historiador Herodoto decía que los habitantes de las islas Cícladas eran también pelasgos, quienes más tarde se llamaban jonios. Estrabón refería que los pelasgos habían emigrado a Italia, donde fundaron la etnia de los etruscos. Las lenguas tirrénicas eran más antiguas que las indoeuropeas en el sur de Europa, y se estima que la de la isla griega de Lemnos apareció en la Edad del Bronce tardía, cuando los micénicos habían reclutado a mercenarios de la península itálica. Esa lengua fue usada hasta el siglo VI a.n.e. y su signario presentaba similitudes con el alfabeto griego y con el de la Etruria del Sur, como se puede observar en la estela de Kaminia:

El término bustrofedón​ (en griego: βουστροφηδόν que deriva de las palabras "buey" y "turno, giro") designa a la manera de escribir alternativamente un renglón de izquierda a derecha y el siguiente viceversa. La inscripción pelásgica de Lemnos consiste en 198 signos que forman 33 o 40 palabras, separadas entre sí con puntos. El texto está dividido en tres partes, dos de las cuales están escritas de modo vertical y la tercera horizontal.

Tres tipos de escritura lineal en Grecia

Lineal A se llama la escritura minoica de la isla de Creta, al sur de Grecia, que se empleó entre los siglos XIX y XV a.n.e. De ella derivó el lineal B que era usado en Micenas entre el 1600 y el 1100 a.n.e. y la escritura chipro-minoica (1550-1050 a.n.e.) Es importante referir aquí que el lineal A no recibió influencias de los jeroglíficos egipcios. Además, existió un sistema todavía más antiguo que el lineal A, conocido como "escritura de Arjanes" -nombre que hereda del sitio arqueológico cretense, donde fue encontrado. El lineal A fue utilizado para textos administrativos y religiosos, no solamente en el marco geográfico de la isla de Creta, sino también en Asia Menor (Mileto) y en el área de Israel.

El lineal A consiste en 97 signos de valor silábico (silabogramas) y en 60 logogramas -es decir, caracteres que representan objetos. Los 64 de los primeros son comunes entre el lineal A y el B.

Esos textos se escribían en papiro o pergamino, el cual se enviaba doblado y su contenido -que constituía la correspondencia oficial entre los palacios, y contenía estadísticas de personas y bienes materiales, contratos, leyes y varios secretos del Estado- quedaba bien cerrado con sellos de arcilla. Otros textos se registraban en tablillas de arcilla, las cuales se dejaban sin cocer, porque eran textos de contabilidad de uso diario y no oficial.

Mientras que el lineal B ya está descifrado -y nos da también innumerables datos valiosos del potencial laboral y militar de su época (un hecho que veremos más abajo)- el lineal A queda todavía por descifrar. Dado que sus signos presentan gran similitud con los de la B, se les han atribuido valores fonéticos, pero la lengua que resulta de su lectura parcial, no corresponde a ninguna conocida, (hecho que nos recuerda la escritura de Tartessos). Los arqueólogos y lingüístas afirman que el día de su completo desciframiento, ¡se revelará la lengua minoica! Veamos, a continuación, algunos de los signos del lineal A con sus correspondientes jeroglíficos del disco de Festo:

A continuación, presentamos la pizarra aritmética -llamada "numeración egea"- de las dos escrituras lineales:

Los caracteres con:

► líneas verticales son unidades (1 a 9 dependiendo del número de líneas, (U + 10107 a U + 10101F),

► líneas horizontales son decenas (10 a 90, U + 10110 a U + 10118),

► ciclos vacíos son centenas (100 a 900, U + 10119 a U + 10121),

► rombos vacíos son miles (1.000 a 9.000, U + 10122 a U + 1012A),

► rombos llenos son decenas de miles (10,000 a 90,000, U + 1012B a U + 10133),

► otros símbolos son unidades de peso y volumen y sus subdivisiones (U + 10137 a U + 1013F)

Aparte de los símbolos de numeración, el lineal A disponía también de signos para medir cantidades y de otros que indicaban fracciones matemáticas, como el

que hemos visto como evolución del jeroglífico

del disco de Festo. Este signo, aparte del valor fonético ro, simbolizaba también el aritmético 1/5.

En lo que se refiere a la lengua que registraba el lineal A, sería interesante si en cualquier momento pudiéramos descubrir su sistema sintáctico. El egipcio antiguo, por ejemplo, pertenece a las lenguas caracterizadas como VSO (verbo-sujeto-objeto), mientras que el sumerio es una lengua SOV. El griego no tiene alguna regla estricta sobre la sintaxis. Otra dificultad del estudio de la lengua que expresaba el lineal A es el hecho de que no siempre se puede distinguir el género de los substantivos que simbolizan los ideogramas, como el A302

que significa "olivo" y el A303

que se usa para la cebada. Los logogramas

y

muestran una flecha o una lanza -que sirven para cazar- pero el

indica un casco de guerra, cosa que nos aleja de la imagen pacífica de los minoicos.

Chipre: un punto de interacción entre Oriente y Occidente

Chipre ha sido siempre un lugar de intercambios culturales entre Europa y Asia, sin dejar aparte las influencias del Egipto antiguo -en África-, y todo esto se ve en las escrituras. Esa isla se consideraba como el lugar de nacimiento de Afrodita (Venus) -la diosa de la belleza, del amor y de la sensualidad.

El signario chipro-minoico fue inventado a partir del lineal A, alrededor del año 1600 a.n.e., y de ahí derivó el silabario chipriota posterior, del siglo 11 a.n.e. Su nombre no indica necesariamente elementos en común con la Creta minoica, sino delimita su uso comercial en esa región y durante aquel período. Extensos textos de esa lengua todavía no descifrada, se han encontrado no solamente en Chipre, sino también en Siria. Algunos de ellos son dextroversos, y otros se leen alternativamente (bustrofedón). Entre los materiales, en cuya superficie aparece la escritura chipro-minoica, se destacan el marfil y la loza (porcelana). Se divide en tres fases: la primera que recibió influencias del mar Egeo, la segunda que presenta elementos de Oriente (como su sistema de numeración) y la tercera que ostenta datos propiamente chipriotas. Es importante referir aquí que el signario chipro-minoico no tenía ideogramas, como el lineal A y el B.

Dos sistemas de silabarios paleohispánicos

A partir del siglo VII o V a.n.e., aparecen en la península ibérica unas escrituras que presentan distintas características tipológicas. Funcionan con variados signos silábicos y alfabéticos (para el fenómeno de la redundancia vocálica de los signos silábicos), hecho que las caracteriza lingüísticamente como mixtas o "semisilabarios". Se dividen en dos grupos que presentaremos a continuación.

El nororiental (dual y no dual) del s. V a.n.e. incluye 4 abecedarios dextroversos, y ha estado casi por completo descifrado, pero el idioma que registra queda todavía por descifrar. En el sistema dual los sonidos oclusivos dentales y los velares sordos se diferencian de los sonoros con un trazo. Por el otro lado, en la forma no dual aparecen solamente los silabogramas simples.

La ibérica era una lengua franca que se usaba para los contactos comerciales entre los griegos focenses (de Asia Menor) y los grupos culturalmente heterogéneos de la península.

La escritura lineal B de Micenas

Micenas, la capital del reino de Agamenón, en el Peloponeso (Grecia), era el lugar donde fue planeada la guerra civil de Troya -en Asia Menor-, durante los años 1250-1240 a.n.e., entre los aqueos y los troyanos, cuyo casus belli fue el secuestro de Helena (que llevaba el apodo de "bella"), esposa del rey de Esparta Menelao, por el príncipe Paris. En fin, la ciudad fue conquistada por medio de la trampa del "caballo troyano". La escritura de esa cultura micénica, que floreció entre el 1600 y el 1100 a.n.e., era registrada en tablillas de arcilla.

La escritura lineal B -que derivó del lineal A- fue la primera de la lengua griega cinco siglos antes de la épica de Homero, y se usó durante el período micénico, es decir desde el siglo XVII hasta el XIII a.n.e. para los archivos de contabilidad de los palacios. Tiene 89 signos silábicos y alrededor de 260 ideogramas. Algunos de ellos son:

Hasta hoy se ha descifrado el 87% de los textos. El hecho de que proviene del lineal A y a la vez no expresa con exactitud la lengua griega, indica que ese primero registraba una lengua diferente y desconocida.

Un ejemplo de la función de este silabario es la siguiente palabra:

que consiste en tres signos y se pronuncia: ku-ru-so, que significa "oro"; en griego antiguo y moderno este substantivo se escribe: χρυσός y se pronuncia "jrysós". Vemos, entonces, la razón por la cual el lineal B fue abandonado. La lengua de este sistema de escritura era "artificial" y hecha para uso oficial en el palacio, es decir, muy diferente de la que hablaba el pueblo. Este es un elemento comparable con el uso del disco de Festo.

El suroriente ibérico y su escritura

En la península ibérica, el sistema de escritura meridional o suroriental del siglo IV a.n.e., está emparentado con el nororiental (que analizamos anteriormente); estos dos sistemas no se pueden estudiar como un conjunto, dado que entre ellos aparecen signos en común pero con valores fonéticos distintos. Además, el suroriental es dextroverso, mientras que el meridional es sinistroverso. El desciframiento de este último constituye todavía una polémica entre los eruditos.

Similar a este signario es el tartésico, que hemos visto en este estudio.

Los científicos atribuyen los orígenes de esos dos tipos de sistemas a los alfabetos de Fenicia y de Grecia.

Alfabeto greco-ibérico y celtibérico: la convergencia de dos culturas ajenas en la península ibérica

Aparte de los antes referidos, existía también el abecedario greco-ibérico de los siglos IV-III a.n.e., que provenía del jónico, y funcionaba -como el actual de Grecia- solamente con valores alfabéticos y siendo dextroverso:

En este sistema se utiliza la letra eta (ήτα) en lugar de la épsilon (έψιλον) para representar el sonido de e; la sampi (σαμπί) se coloca como segunda sibilante, y la "tilde" en la rho (ρω) se usa para representar la segunda vibrante.

Además, existe el signario celtibérico (occidental y oriental) del s. II a.n.e., que es casi directamente adaptado al silabario nororiental. En esta escritura las oclusivas se escriben con signos de valor silábico, mientras que las demás consonantes y vocales se apuntan con otros de valor alfabético (=> escritura mixta).

El mismo signo entre dos diferentes lenguas puede expresar dos sonidos distintos: s en ibérico y z en celtibérico, representando de este modo el resultado fricativo de una antigua oclusiva dental.

Este semisilabario está descifrado, pero falta por descifrar el idioma que registra, como ocurre con el sistema de grafía ibérica nororiental que hemos analizado más arriba.

Hagamos en el siguiente enlace una breve visita guiada tridimensional en un "museo lingüístico" virtual:

Los hallazgos de Andelo y de Olite llevan unas inscripciones con signos celtibéricos pero en lengua paleovasca. Aquí se observan tres signos del sistema levantino de escritura y un punto de interrupción:

Dos escrituras caracterizadas como "verdaderas", cuyo desciframiento revelará las lenguas más antiguas del Mediterráneo europeo

Acabando este breve estudio lingüístico, volveremos otra vez a los albores de la escritura del Mediterráneo europeo, y específicamente de dos puntos cardinales: el occidental y el oriental. En la lengua griega antigua, la palabra "eteós" (ἐτεός) significa: verdadero, original. Con este adjetivo se caracterizaban -desde la Antigüedad clásica- dos lenguas todavía más antiguas que desde entonces habían caído en desuso: el eteochipriota, del siglo XI a.n.e. y el eteocretense, del siglo II de la misma era. Esta última usaba signos del alfabeto helénico (pero que expresaban una lengua incomprensible), y la primera un signario proveniente del lineal A, que también registra un idioma desconocido. Su posible desciframiento revelará esas dos lenguas y si los textos llegan a ser legibles, nos darán valiosas informaciones sobre la civilización minoica de Creta y de su contemporánea cultura chipriota.

Eteochipriota: la escritura de la verdadera lengua de Chipre

Hemos visto ya el signario chipro-minoico, el cual fue utilizado desde finales del segundo milenio a.n.e. De ahí derivó en el siglo 11 a.n.e. el silabario chipriota, para registrar la lengua arcado-chipriota (que como indica su nombre, provenía del Peloponeso); ese dialecto del antiguo griego presentaba similitudes con la lengua micénica, así como la conocemos por medio del lineal B. El mismo silabario se usó hasta en el siglo V a.n.e., para escribir el dialecto llamado "eteochipriota", que todavía queda por descifrar. Esa escritura era ampliamente conocida y usada por el pueblo y no fue inventada solamente para la clase administrativa y religiosa, un hecho que constituye la principal diferencia sociolingüística entre ella y el lineal B.

Algunos de los signos que tienen el mismo valor fonético entre el silabario chipriota y los lineales A y B son los siguientes:

En este sistema no había ideogramas, y las palabras se separaban entre sí con puntos o líneas verticales. Es un sistema mixto, dado que tiene signos independientes para las vocales. Además, tiene signos diferentes para los sonidos de r y l, cosa que no existe en el lineal B. En fin, las consonantes finales llevan una e muda: te-me-no-se (= templo). En la escritura chipriota se escriben todas las consonantes junto con sus vocales, mientras que el lineal B pone solamente las que pertenecen a la misma sílaba: se-pe-re-ma / pe-ma (= semen, semilla).

La escritura eteocretense puede hacer que la lengua minoica vuelva a cobrar vida

La primera referencia a los "eteocretenses" -es decir a los "verdaderos y originales habitantes de la isla griega de Creta- era la que hizo Homero en su Odisea, pero es todavía más esencial la de Diodoro Sículo, el historiador griego de Sicilia, que vivió en el siglo I a.n.e., quien afirmaba que los eteocretenses fueron los que inventaron el abecedario griego, el cual no derivó del fenicio. Según ellos, los fenicios simplemente modificaron los signos eteocretenses, para formar su propio silabario consonántico de tipo "abjad". La escritura eteocretense data desde el siglo VII hasta el II a.n.e. No presenta separación de las palabras, y eso hace su lectura más difícil. Los valores fonéticos de sus signos son muy parecidos a los del abecedario griego, pero el sistema de las vocales funciona de la misma manera que el del lineal A, y este hecho hace que los arqueólogos y los lingüistas crean que la lengua eteocretense era muy cercana a la del linear A.

El posible desciframiento de las escrituras de las civilizaciones remotas, como la de la Creta minoica en el Mediterráneo oriental y la de Tartessos en el extremo occidental del mismo mar, nos abrirán las puertas culturales de esos pueblos que hoy permanecen silenciosos. Aparte del encanto que nos ofrecerá este conocimiento, nos salvará también del "maltrato histórico" causado por los investigadores inapropiados o/y los nacionalistas obsesivos.