Cierro los ojos y escucho la algarabía, las voces, las risas y las carreras a la hora del salir al patio, era una explosión de vitalidad, deseando organizar nuestros juegos de forma espontánea. ¿Juegas a la rueda? ¡¡ Oye tengo una cuerda !! ¿Jugamos a saltar la comba? Me he traído mi caja de cromos ¿Y tú?
Cada grupo, en cada juego, entonábamos nuestras retahílas y canciones que aprendíamos sin darnos cuenta: “el patio de mi casa es particular…” “Donde están las llaves matararile, rile, rile….” “ Al pasar la barca, me dijo el barquero……” “ San Juan de Villa Naranja, lo bien que canta….”
Mientras nos llegaba desde la puerta de la cocina el inconfundible olor de aquella leche en polvo americana que diluían en agua e iban calentando en un caldero, removiendo con grandes paletas. Aquella olla la depositaban en una mesa donde había apilados vasos de plástico de colores, que llenaban con un cucharón y que obligatoriamente, puestas en fila teníamos que ir cogiendo. ¿la quieres con espuma o sin espuma? Me preguntaban mientras me daban uno de aquellos vasos con aquel líquido que no podía ni oler. ¡¡ Yo no quiero !! Yo he desayunado, no me gusta, no me la voy a beber. Y la gran mayoría de las veces se la daba a alguna compañera.
Solía llevar en una bolsa de tela, una “taleguita” con mi nombre, primorosamente bordada por mi madre, una cuchara, azúcar o cacao en polvo, con los que intentaba por todos los medios poder beber ése contenido que aborrecía, que me resultaba repugnante nada más acercar a mis labios aquel tibio liquido con grumos que aún hoy en día se encuentra grabado en mi memoria.
Mis “meriendas” eran en aquellos recreos infantiles una naranja, una mandarina, un plátano….un pedazo de pan con chocolate. No existía en mi dieta dulces industriales, como mucho unas galletas “María” o una torta de aceite, de almendras de Algarrobo.
Me vengo acordando de ésta historia, de mi niñez, de mis recuerdos de hace 60 años ¡¡ Ya ha llovido….!! Mientras preparo algún capricho para la merienda. Algo fácil, rápido que he querido compartir, porque todo no es cocinar durante horas; en un santiamén tendremos listas éstas PALMERITAS DE HOJALDRE
INGREDIENTES:
Una plancha de hojaldre (con mantequilla) y azúcar.
Precalentar el horno a 200º C.
Abrir el hojaldre, ya viene en algunos casos estirados, en otros enrollados y colocarlo sobre el papel de horno que ya trae la propia masa.
En la mayoría de los casos, como en ésta ocasión, es un rectángulo; colocarlo sobre el papel con los lados más altos en vertical y espolvorear generosamente toda la superficie con azúcar.
Doblar los lados hacia el centro, de forma que queden dos lados iguales. Volver a espolvorear y plegar de nuevo, cada lateral hacia el centro. Con la ayuda del papel apretar un poco redondeándolo y poniéndole un poco más de azúcar.